Final alterno

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Pronuncia mi nombre otra vez.

Puse la pluma por quinta vez sobre el papel para retirarla inmediatamente, mi mano jugaba así por mas de veinte minutos, la inspiración había llegado a mi y me dispuse a escribir pero al tomar el bolígrafo nada salía.

Suspire alto recargándome al respaldo de mi silla.

Pasaron mas y mas minutos hasta que finalmente me decido a salir al balcón que daba la vista a una preciosa calle tallada en piedras, esto era, Roma.

Sonreí amplió.

¿Cuánto tiempo había pasado?

La última vez que vine a Roma fue para presentar mi reciente obra  publicada, tres años atrás, me encontré con amigos y otras figuras de importancia y entonces… encontré el amor.
Roma

Roma, una ciudad del amor, la vida me hacia justicia.

—¿Elio?— Me llamó su voz en cuanto nuestras miradas se cruzaron.

—Oliver— respondí.

Me dedicó una flamante sonrisa e iba a hacer lo mismo cuando vi una mano unida a la suya entonces fue que note a la otra persona, mas bien personita que estaba ahí con el.

—Es mi hija, Daila— la presentó empujándola suavemente hacia delante.

Entonces sonreí demasiado fingido acariciando el cabello de la pequeña que si la veías debía estar en los diez años.

Aquella vez en la Universidad que el me pidió ir a conocer a su esposa y lo rechace fue para no sentir esto que ahora sentía, ver la vida de Oliver perteneciendo a alguien mas.

—Elio— mire de nuevo hacia el conteniendo las ardientes lágrimas desesperadas por salir—. Me he separado de mi esposa— hablo y un grito nació en mi estómago muriendo al llegar a mis labios saliendo solo un suspiro.

—Lo siento — fue lo mas que pude decir.

No estaba feliz pero tampoco me sentía triste, en realidad no había nada que sentir, fue mucho tiempo el que ya había pasado entre nosotros.

—Esta bien, ella me ha dejado a mi pequeña Daila— acerco mas el cuerpo de la pequeña a el.

—¿No tenias dos hijos?— Un verano en que visitó a mis padres eran dos pequeños los que jugaron con mi madre.

—El otro es menor así que se lo ha llevado ella.

—Ya veo— musité.

—Te ha ido bien Elio— hablo refiriéndose a mi promoción del libro —. No has recorrido los años de en balde, lo has conseguido todo.

Todo menos a ti. Pensé

—Si, demasiados años y cosas que tu me enseñaste al igual que mi padre fueron atesoradas y ahora mostradas en mi trabajo.

El silencio reino entre ambos pues no había nada que decir, no sabía que pensaba pero por mí mente pasaban cientos de memorias a su lado, paseos en la Piazzeta, paseos a la orilla de la playa, paseos en tren, paseos a la oficina de correos, paseos que ya no sucedían.

—Oliver— el nombre salió de sus labios tan de pronto como algo prohibido que me provocó un sonido extraño haciéndole reír —. Deberíamos salir a tomar algo Luego— y se giro yéndose de mí.

No hice mas que sonreír.

—Luego, Elio—susurré mientras se alejaba y juro lo escuche sonreír.

No fue recordar solamente aquel tiempo sino volverlo a vivir, entre Elio y Oliver.

Así hicimos, luego salimos a tomar algo, luego dimos un paseo por lugares que bien nos conocían, luego cantamos una canción hasta el amanecer, luego nos emborrachamos contando poesías, luego me beso y le bese, luego nos dejamos ser.

Uno frente al otro, sin ocultarnos de nada, sin necesidad de recubrimientos, nos miramos, nos besamos, me coloque tras el y le hice el amor como hace tanto no lo hacia, como tanto nos faltaba.

Paso la noche, paso el día, paso la semana y luego paso el mes, yo seguía siendo Oliver y el mi Elio.

Finalmente nos encontramos, en el lugar correcto, en el año correcto, todo era bueno.


—¿Otra vez sin inspiración?— hablo la voz detrás de mi, me aleje del balcón volviendo a la silla en donde estaban las hojas sin palabras esperando a ser llenadas.

—Me vino inspiración pero en cuanto a escribir…  no lo sé— respondí viendo con tristeza las hojas en blanco.

—¿Qué has pensado?

—En ti Oliver —le mire sonriendo y el estaba igual de feliz.

Aquella noche de hace tres años nos hizo justicia, hay amores que deben ser, tantas historias de amor que deben ser contadas, tantos enamorados que deben estar juntos, tantas promesas que deben ser cumplidas y ahora aquí estamos el y yo a tantos veranos de haber sido, volviendo a ser.

—Papá necesito ayuda— habló la voz de la pequeña Daila, nuestro pequeño tesoro.

—Papá te ayudará — la tome de la mano dejándome guiar a dónde ella necesitaba que la ayudará.

Oliver vino tras de nosotros y los tres nos sentamos a la mesa para ayudar a nuestra hija.

Ya no había que esperar otro verano, ya no había que llorar, ya no había que vivir en los recuerdos, ahora estaba viviendo lo que debe ser, una familia junto a Oliver.
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Oliver o Elio, no importa como quieras llamarme solo Pronuncia mi nombre otra vez.
Por la eternidad.














Hihi cositas hermosas 😘 volví a darles este final feliz que me pidieron y bueno porque el público lo pidió aquí esta 👐🏼.
Gracia por el amor y apoyo a esta historia


Dejen su estrellita ⭐

Pronuncia mi nombre otra vez.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora