Capítulo uno: Lucifer.

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Tomó la pistola entre sus manos y la balanceó varias veces con diversión y una sonrisa ladina

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Tomó la pistola entre sus manos y la balanceó varias veces con diversión y una sonrisa ladina. Se miró en el espejo y rió brevemente. Comenzó a hacer caras graciosas para él que otras personas llegarían a considerar ridículas e infantiles. Pero a quién le importaba. A él no.

Miró fijamente el frío pulido en color negro profundo con la misma sonrisa burlona. Aquella arma de fuego era bastante ligera. La hizo saltar entre sus dos manos acompañada de efectos de sonido creados con su propia boca, luego mantuvo ésta abierta y, en una de sus manos acomodó el arma como le habían enseñado, luego la introdujo en su boca y se volvió a mirar fijamente en el espejo. Ni sus manos temblaban, ni el miedo recorría su cuerpo como a cualquier persona le hubiese podido pasar.
Suicidarse no era cosa fácil como es que lo pintan en películas y series dónde todo el mundo se suicida como si nada.
Sacó el arma de su cavidad bucal y la volvió a admirar con cierta especie de cariño mientras le limpiaba los pequeños residuos de saliva que pudieron haber quedado en ella. Luego la envolvió en aquella camiseta vieja de color rojo y la guardó en el fondo de los gabinetes debajo del lava manos no sin antes colocarle el seguro.
Se admiró en el espejo del baño por una última vez, ordenó su cabello y acomodó sus anillos como debían. Salió de ahí como si nada, tal y como si aquello fuese rutina. Y a quién engañaba, así lo era.

El mayor por tan sólo unos meses lo esperaba en la terraza, observando a la viva ciudad de siempre con una taza de café soluble disuelto en agua fría entre las manos

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El mayor por tan sólo unos meses lo esperaba en la terraza, observando a la viva ciudad de siempre con una taza de café soluble disuelto en agua fría entre las manos. Sabía horrible pero igual lo bebía.
De alguna u otra manera él sentía a la ciudad en la que vivía hacía no muchos años algo diferente. Más muerta.
En cuanto se percató de que él invadía de cierta forma su espacio, frunció el rostro y se giró para mirar su semblante sereno de siempre. Jason parecía siempre imperturbable. Aún no se explicaba cómo podía odiar a una persona y amarla al mismo tiempo y de forma semejante.
-Ven. -llamó mientras sostenía su taza con una mano y la otra la estiraba en dirección a Jason, él sonrió alegre y se apresuró a enrollarse en el brazo de Richard sin pensarlo dos veces.
Él aire era ligero y fácil de respirar, sin embargo, en éste se podía sentir un ligero temblor, como si de alguna manera intentase encubrir algo...algo malo.
-¿Lo has hecho de nuevo, cierto? -preguntó sin mirarlo, sus ojos seguían fijos en el urbano entorno.
-¿De qué hablas? -verdaderamente no lo sabía. Habían tantas cosas que repitió durante el transcurso del día.
-Lo de siempre. La HK 4 no está ahí nada más porque sí. -bebió otro trago de su amarga bebida mientras hacía un gesto de disgusto en el acto. Se obligó a tomar aquél líquido para después relajar los músculos de su rostro
-Oh, eso. Por supuesto. -la confirmación dada con total naturalidad le erizó la piel. No se siente bien que tu novio te diga que, como todos los días, ha escenificado su suicidio.
Lo había practicado tantas veces que, como se dijo antes, ya ni siquiera temblaba o dudaba. Sólo era cuestión de jalar el gatillo para saludar a Lucifer. O, espera, ya lo hacía de todas formas...
Porque Jason se iría al infierno.

Porque Jason se iría al infierno

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𝐿𝑈𝐶𝐼𝐹𝐸𝑅 | JayDickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora