Se encontraban en la bañera, Jason estaba entre los brazos de Richard mientras éste le miraba con amor. Justo como en una típica películas romántica norteamericana...
¿Hacía cuánto tiempo que no tomaban un baño juntos? Demasiado. Demasiado si tomamos en cuenta que para Richard, dos días solían ser equivalentes a una eternidad.
Richard acariciaba el mojado cabello de su novio a modo de juego, sonreía sin darse cuenta y disfrutaba el momento. Jason permanecía inmóvil, con los ojos cerrados y una ligera y gustosa sonrisa fijada en el fresco rostro de siempre.
El rostro de siempre...
Richard aferró más a Jason a su cuerpo y respiró en su nuca. Un escalofrío cruzó toda su espina dorsal, un mal presentimiento había aplastado su sentimiento de bienestar.
-Jason... -llamó en un murmuro.
-¿Sí? -la voz del susodicho lo sacudió brevemente. Él no respondió más, tan sólo quería escuchar aquella maravillosa voz.
Dirigió sus ojos al lava manos a unos cortos metros de distancia. Por un momento creyó ver a los gabinetes estremecerse con él. Como si dentro de ellos una fiera ansiosa por salir se removiera buscando su libertad.
Sin embargo, todo no había sido más que una jugarreta de su mente. Claro.
Sus pequeños ojos se volvieron a la nuca de Jason, la miró durante unos momentos más y luego la besó.
Jason acariciaba las manos de Richard con suavidad, estas permanecían en su abdomen.
-¿Recuerdas la primera vez que nos conocimos?
Jason soltó una pequeña risa nostálgica.
-Claro. Fue cuando lastimé mi tobillo y no podía caminar bien, entonces la consejera te asignó el cargo de ayudarme... -dijo fluidamente con una voz suave mientras en sus ojos corrían las imágenes de años atrás-. Sinceramente; que el competidor de oro de la división de gimnastas aceptara sin rodeos me sorprendió.
Richard lo miró por unos momentos más con cariño.
-¿Qué podía hacer? De verdad me necesitabas.
-Sí, eras un mal necesitado -exclamó entre risas. Y Richard, por primera vez en mucho tiempo, sintió aquello como real. Jason estaba riendo de verdad-. Sigo sin entender cómo no te molestabas cuando tus compañeros de entrenamiento te molestaban conmigo. Tú solías tomarte todo con humor.
Richard apretó más el abrazo y besó la nuca de Jason nuevamente.
-No tenía por qué molestarme si lo que decían era verdad.
-Cuando comenzaste a darme besos en la mejilla fue que confirmé eso -Jason habló mientras se acomodaba mejor en la bañera. Luego rió.
-¿Qué sucede?
-Recuerdo cuando me obligaste a esperarte hasta que terminaras tu práctica.
-¡¿Obligarte?! -espetó Richard fingiendo estar ofendido.
-¡No podía caminar y el bus ya se había ido! ¡No tenia opciones! -alzó la voz con humor.
-¡Hay una diferencia!
Ambos rieron por unos segundos mientras alguien esperaba paciente sentado sobre el lava manos.
-El caso es que, ahí sentado en las bancas, viéndote correr, saltar y estirarte durante tres horas, fue que me di cuenta de que me gustabas -sus palabras derritieron a Richard quien fue incapaz de no sonreír y besar a su novio.
-Ya deberíamos salir. Mi piel se está arrugando -murmuró divertido Richard.
-Cierto. Te veo en el cuarto -dijo Jason mientras salía del la bañera y se enredaba en una toalla.