Tenían tantos planes juntos, incluso les había cruzado por la cabeza adoptar un bebé.
Pero Ahora Richard sabía que no podrían realizar la gran mayoría de las cosas que una vez estuvieron en su "to do list"
-¡Richard! -llamó, la alteración se leía en su rostro.
-¿Sí? -respondió desde la habitación. Sabía perfectamente por qué Jason lo llamaba así, él mismo lo había hecho.
-¡¿Dónde está?! -hacía tanto tiempo que el rostro de Jason no se deformaba de tal manera. Richard sintió una molestia debido a eso, o más bien por la causa de su desasosiego.
-La escondí -confesó sin rodeos mientras cambiaba de canal en la televisión.
Jason dejó caer sus brazos en sus costados y suspiró intentando calmarse. Bueno, tal vez aquello categorizaría más como un bufido.
-¿Por qué? -se recostó a su lado.
Richard no dijo más y se levantó, sacó unas cuantas prendas del armario y luego miró fijamente a Jason. Si ponías mucha atención y congelabas la imagen, te podías dar cuenta de que los ojos de Richard estaban forzados a retener las lágrimas y, si mirabas sólo un poco más, podías observar que en su garganta se atoraban todas las respuestas a aquel "por qué".
Jason le regresó una mirada confundida.
-Cámbiate. Hoy iremos a jugar baloncesto, luego volveremos, nos daremos una ducha e iremos a cenar -dijo con calma mientras él mismo comenzaba a sacarse las prendas para reemplazarlas por otras.
Jason clavó sus ojos en el cuerpo desnudo de Richard mientras tuvo oportunidad, pues éste pronto fue recubierto con nuevas ropas. Se encogió en hombros y comenzó a imitar a el mayor.
Él lo esperó en la puerta por unos pocos segundos, con el cuello doblado y los ojos fijos en la resplandeciente pantalla de su celular, pero, en cuanto escuchó los pasos amortiguados por los zapatos deportivos de Jason, levantó la mirada y sonrió complacido. Estaba seguro de que después de tantos intentos, ese por fin sería el día en el que Jason omitiría por completo su absurda escenificación que siempre lograba ponerlo de nervios.
Una vez lo tuvo cerca comenzó a acariciar su rostro con las grandes manos que poseía, Jason parecía disfrutar aquello. Tanto que incluso comenzó a soltar pequeñas risitas.
Entonces Richard se preguntó qué haría cuando ya no pudiese escuchar más aquello...