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Tomo mi mochila sobre mi hombro y salgo del auto para luego cerrar la puerta. De inmediato sonrío al ver a mis hermanos y les saludo chocando puños mientras avanzo hacia la entrada principal del palacio. A penas entro y cruzo por el salón principal veo a mi madre junto a mi tía y dos mujeres más, una de pelo rubio y otra negro.

— buenas noches — murmuro llamando la atención de las cuatro.

— oh, pero si es mi Sugar Boy — mi tía se pone de pie y corre hasta mí para abrazarme fuerte, ahogándome con sus pechos hasta el punto de que no puedo respirar — cada vez estás más grande, no puedo apartar la mirada de ti ni un instante.

Me veo obligado a tomarla por los hombros para alejarla un poco de mí y así poder llevar aire a mis pulmones. Respiro profundo.

— tía, sé que llevamos tiempo sin vernos ¿pero acaso pretendes matarme?

Ella se ríe y me golpea — tan exagerado como la perra de tu madre.

Tan solo me queda suspirar e intentar ignorar el dolor en mi brazo por su golpe — hola, madre.

— creí que ya no vendrías — murmura cruzándose de brazos.

— lo siento, conocí a alguien hoy — miro a las demás mujeres — mi nombre es Kalem, mucho gusto.

La rubia sonríe — soy Lola.

La curvilínea mujer de pelo negro sentada junto a mamá se pone de pie y camina hasta mí para abrazarme y besar mi frente. Arrugo el ceño mientras ella me observa con una sonrisa.

— ¿qué tal tu día?

— ¿quién eres?

Escucho a las otras tres reírse — ya basta, Baby-Drac.

— ¿dónde está papá? — pregunto al escuchar que mi tía lo llama.

— lo tienes frente a ti — responde Lola haciendo que mis ojos se abran a tope.

Miro a la mujer frente a mí y esta comienza a reír fuerte — eso ha sido gracioso.

— ¿papá? — cuestiono con incredulidad. Él fija su mirada risueña en mí mientras cruza sus brazos debajo de sus senos — no puede ser cierto.

— ¿sorprendido por mi sensualidad, Kalem? — cuestiona haciendo que sus senos suban y bajen mientras me mira con picardía. Mi rostro se contrae — ¿te gusto?

— he perdido todo el respeto que te tenía — murmuro con sinceridad — ya no podré verte con los mismos ojos. Iré a mi habitación.

Los escucho reír mientras me alejo. No tengo ni idea de qué fue todo eso, pero simplemente quiero sacarlo de mi mente. Esto nunca pasó.

Dejo mi mochila sobre mi cama y saco de ella mi portátil para conectarla al ordenador principal sobre mi escritorio. La verdad es que detesto hacer tareas, pero con la madre tan terrorífica que tengo no me queda otra opción más que hacerla y mientras más pronto sea, mucho mejor.

Apenas me conecto a internet veo el centenar de notificaciones entrantes en el capítulo recién lanzado del libro virtual que escribo, todos son de una misma persona... La idiota que tengo por mejor amiga.

Más que enojarme lo que puedo hacer es reír. Nos conocimos en la escuela media y ahora estamos juntos en la universidad y es algo así como mi fan, bueno, fanática de las historias que escribo bajo un seudónimo y publico en diferentes blogs. Regularmente tenemos sexo, pero no pasa a nada más de allí, ella tiene novio y yo amo demasiado a las mujeres... Soy algo así como mujeriego, pero no me malentiendan, no soy un idiota al que le gusta jugar con los sentimientos de chicas para luego humillarlas y mandarlas al diablo, eso está absolutamente lejos de mí.

El hijo de DráculaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora