Las nubes tornándose tristonas dando la bienvenida a Septiembre. La lluvia poco a poco intensificándose. Las calles de Seúl eran mayormente transitadas por ahí de las 6 de la tarde, hora pico. Los árboles de los cuáles caían sus hojas últimamente eran mojados dando un tenue brillo.
Todo eso era observado por un chico pelinegro detrás de una gran ventana. Jungkook sólo miraba, sentado en el frío piso y sin ninguna emoción en sus ojos. La habitación sólo es iluminada por lo poco que entra de luz natural. Es un desastre. Fotos esparcidas por doquier, cristales sin ser levantados desde el día anterior, hojas con sentimientos rotos escritos a mano y un pequeño corazón destrozado en mil pedazos. Él lo sabía, debía dejarlo ir. Se carcomía la mente de tan sólo pensar que la relación no funcionó por su culpa y que seguir construyendo la relación sería tan fácil como armar un lego.
No podía y no quería llorar, no más. Sabía que si lo volvía a ello, su mente le jugaría una mal pasada y no podría controlar todo lo que vendría después. Porque al final de cuentas no era su culpa que Yoongi ya no lo quisiera ¿Cierto? Porque es normal dejar de querer a las personas y deshacerse de ellas, era normal ir rompiendo corazones y recompensándolo con propuestas por mensajes. Porque así era la vida, un poco dolorosa y cruel. Sólo un poco.
Tres toques de timbre suenan a la vez que un trueno resuena por las calles. El pelinegro es incapaz de moverse ni un poco y deja que la persona a la espera de su aura se vaya de una vez. De nuevo tres toques hacen eco por toda la casa acompañado de las gotas cayendo sin parar.Jungkook sabe quién es y que no se irá incluso si lo dejan ahí afuera por 7 días aún nevando. Se levanta y le da igual si alguno de los cristales tirados se encaja en alguno de sus pies, ese dolor físico no dolería ni un poco a comparación de lo que siente por dentro. Dicho y hecho, un vidrio es ligeramente encajado en su talón.
— ¡Mierda! —grita aún tratando de caminar. Otra secuencia de tres toques le hacen ser consciente del porqué está caminando.— ¡¿Podrías esperar?!
El calcetín rápidamente es ensuciado de sangre sin importarle menos y sigue caminando con trabajo hacia la puerta. Al abrir puede ver un medio mojado peligris el cual sostiene un pastel, en la otra mano una bolsa con crujientes botanas y una sonrisa haciendo marcar sus pequeños ojos en forma de una alcancía.
— ¿Puedo pasar? —dice y es observado sin la más mínima chispa de humor por parte del menor.
Éste abre la puerta y lo deja pasar. Jimin observa el aura poco agradable que hay en la casa y se gira a observar a su mejor amigo. Su cabello está desalineado, sus ojos sin ese brillo tan característico de él, su postura un tanto encorvada, una mueca tratando de ser una sonrisa y una mancha de sangre que va desde su pie hasta ciertas partes del suelo.
— Maldita sea, Jungkook. ¿Qué te pasó? —el peligris empuja al menor poco a poco hacia el sofá.— Quedate aquí, iré por el botiquín.
Jungkook sólo vio a su mejor amigo salir corriendo dirección al baño. Soltó un suspiro y cansado de todo aquello sólo se frotó la cara.
— ¿Con que mierda te cortaste? —fue lo único que soltó su amigo al llegar a la sala. Al ver que el menor no respondió, agregó—: ¿Peleste con Yoongi de nuevo?
— Estaba practicando y sin querer tiré un marco y...
— Es por eso que no contestabas mis llamadas —dijo el mayor más para sí mismo que para el contrario.— Y por eso rompiste con Yoongi ¿no?
El corazón de Jungkook comenzó a latir desenfrenadamente al escuchar a su amigo la causa de las llamadas canceladas. Sus lágrimas poco a poco comenzaron a salir y sin aviso alguno, comenzaron los primeros sollozos.
Jimin se quedó en shock al ver a su amigo así. Lo conocía desde primaria y en ningún momento lo había visto llorar de una manera tan lamentable. Sabía que su amigo tenía el corazón roto, tan roto que incluso su propia alma está inundada de tristeza. Simplemente lo abrazó, prometiendo estar con él y recoger los pequeños pedazos de su corazón hasta devolverle la tranquilidad en sus ojos.(...)
— ¿Lo hiciste? ¿Finalmente lo hiciste? — El castaño preguntó de una manera no tan sutil.
— Se suponía que lo debía de hacer ¿no? —dijo sarcásticamente Yoongi.
— ¿No te duele ni un poco? —Namjoon al notar a su amigo tensionado, agregó—: Si hubiera sabido que te pondrías así mejor lo hubieras cortado por mensaje.
— Oh. No, no y no. ¿Crees que soy ese tipo de persona? —la tristeza del rubio poco a poco fue transformándose en enojo— ¿Acaso crees que soy como tú?
— Hey, tampoco es como si yo fuera tan malo. —dijo mientras alzaba las manos en son de paz—. Y tampoco es como si Hoseok estuviera tan bueno...
— No me puedes decir que no si gemías su nombre cada noche. —interrumpe el rubio y sonríe al darse cuenta que el castaño no tiene nada más que decir.— Ese hombre es bailarín, por supuesto que debe de follar como los dioses.
Yoongi sabía que hubiera sido más fácil romper con Jungkook por mensaje, pero no sería capaz de soportar el peso de dos corazones rotos. Y ahora estaba a la espera de su condena. Pero por el momento se quedaría con el precioso recuerdo de ir al cielo y al infierno al mismo tiempo cuando estaba con Jungkook.
(...)
La lluvia sombría seguía cubriendo las calles para que poco a poco así cayera la noche.
Jimin y Jungkook yacían recostados sobre la cama, viendo las estrellas de plástico pegadas en el techo y escuchando el arrullo de las gotas golpear contra la ventana.
Después de lágrimas derramadas, sollozos, corazones abiertos y otros un tanto rotos, era hora de que el pelinegro guardara por un día sus penas y descansara de una buena vez por todas, claro, no sin que el peligris le haya obligado e insistido hasta que el menor se recostó en su cama más de malas que de buenas.Jimin al ver que su pequeño amigo dormía plácidamente y de que hubiera comida suficiente para el fin de semana, decidió irse de ahí no sin antes dar una mirada atrás, pasar sobre la entrada y cerrar la puerta.
Unas horas más tarde, el pequeño bebé conejo había despertado de su gran ensoñación de una vida alejada de ansiedad y una opresión de obsesivo-compulsivo. Porque así era la vida de Jungkook: siendo diagnosticado con ansiedad a la edad de 13 años, siendo medicado con antidepresivos que empezó a dejar a los 16 y que sabía que nuevamente tendría que volver a consumirlos. Con la idea loca de tener los productos de Walmart bien acomodados en el carrito de compras; sus discos de vinilo siendo clasificados de forma alfabética, y si es que tenía varios discos de un mismo artista, los acomodaba conforme la fecha de lanzamiento. Así era la vida robótica de Jungkook, sin mencionar que compartía unas cálidas salidas con su mejor amigo y ver películas con su novio. Error. Ex novio.
El pelinegro se giró confundido hacia su ventana y darse cuenta que aún seguía lloviendo. Con la habitación en silencio (y con el molesto sonido del refrigerador al empezar a descongelar) fue cortado por la voz de Obama diciendo "¡Tienes una llamada! ¡Tienes una llamada!". ¿Quién marcaba a esas horas? Pensó Jungkook al ver la hora y ser consciente de cuánto durmió.
— ¿Hola? —contestó. No se escuchaba absolutamente nada del otro lado de la línea, esperó unos segundos más y agregó—: Si me estás haciendo una bro...-
El sujeto al otro lado había colgado. Con el ceño marcado y una mueca, el pelinegro finalmente pensó que era un número equivocado.
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Prometo ya volver a actualizar ;-; así que pasen a ver las historias: "Secretary" y "Olores Profundos" ambos son Vkook!
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¡Siempre llamas, Yoongi! »Vkook
CasualeJungkook acaba de romper una relación de años con su ahora ex, Yoongi. Después de ello, cada día un desconocido le llama a las 11:11 pm.