Pequeño Peter [Ironstrange]

Convencimiento

La familia recién llegaba al departamento después de estar toda la tarde en una feria, Tony cargaba dos osos inmensos de peluche que habían ganado gracias a Stephen, uno era suyo y el otro de Peter.

— Parece que se divirtió bastante. — Dijo Stephen mientras llevaba en brazos a un dormido Peter

El mayor lo llevó hasta el cuarto para dejarlo sobre la cama y arroparlo. Tony observaba aquella escena con una sonrisa.

— Yo también quiero que me lleves hasta la cama y me arropes... — Bromeó acercándose

— No tienes que pedírmelo, Tony. — Dijo tomándolo de la cintura para apegarlo a su cuerpo

— Peter me dijo en la feria que quería un hermanito... — Le acarició la mejilla a su prometido — ¿Qué te parece la idea?

— No lo sé, es buena idea pero deberíamos mudarnos a una casa grande y...

El beso demandante que le dió Tony le impidió terminar la frase.

— Te voy a convencer. — Dijo para luego morderse el labio inferior

•

— Ah... — Jadeaba Stephen

— Estuviste increíble... — Dijo Tony intentando calmar su respiración

— ¿Seguro que no te duele nada? ¿No te hice daño? — Preguntó preocupado

— Bueno, además de los dolores de siempre... — Se sonrojó leve — No, nada más.

— Pero es que...

— Relájate Stephen, ya pasaron dos meses desde que salí del hospital, estoy como nuevo. — Sonrió — Me siento bien.

— Me preocupa... Que vuelva a suceder. —Dijo desviando la mirada  — Juro que voy a matar a ese maldito.

— No quiero recordar eso, todo estará bien, supongo... — Suspiró dándole la espalda — Buenas noches Stephen.

— ¿Estás enojado? — Preguntó acercándose para abrazarle cariñosamente y darle besos en la nuca

— Sabes que no... Bueno sí, sólo un poco. — Cambió de posición para quedar frente a Stephen, rozando sus narices

— ¿Ya te dije que te ves más hermoso después de qué lo hacemos? — Preguntó — ¿Quieres repetirlo para verte el doble de hermoso?

— No me hagas ir por la sartén, Stephen. — Respondió divertido

— Sólo estoy bromeando. — Le dió un suave beso los labios — Te amo Tony.

— Yo también te amo. Oye Stephen...

— ¿Sí?

— Házmelo una vez más, no, unas dos veces más, o quizás tres... Quizá se me pase el enojo.