Yo juraría haber visto esos ojos verdes en alguna parte... No lo recuerdo bien dónde, veo manchas ocres en mi memoria. Pero recuerdo como perforaban en los míos, gritando algo silencioso, que el viento hacia notar su presencia en la ausencia de mi pecho. Qué ojos tan extraños, ese color verde me recuerda a la esmeralda atravesada por el sol, o lo profundo de los sueños en un bosque, un bosque lleno de susurros sobre secretos de las personas que van todas con máscaras.
Cierro los ojos e intento recordar dónde ví ese par de lunas místicas, orbitando sobre mis eclipses. Recuerdo una palabra:
Oscuridad.
Forma de existencia que brilla en el horfanato de mi pecho, donde late algo qué... No sé para qué sirve a veces. Malditos ojos. Maldita sea la vez en la que olvidé a quién pertenecían, sería demasiado pequeña o estaría tan rota que temía que viese las ruinas tras las jaulas líquidas sabor a mar.
Qué bonito era tener algo a qué culpar tu dolor, a veces escribo delirando porque mi cabeza se guía por algo que no habla, algo que quizás no exista. Sólo recuerdo esa mirada entre miles. Me recuerda al sombrero loco, al loco que mataría por su amada. Al muerto que dijo adiós en un bosque de besos perdidos.
Quizás esos ojos eran los tuyos, que siempre me miras como se mira a la nada. Quizás no valga la pena quedarme hasta las 3:00 am esperando a ver qué pasa. Puedo caminar descalza sobre cristales o pedazos redactados de gente que es Roma.
Hasta luego dije la última vez que hablé con una persona... Pero, creo saber de quién eran esos ojos verdes imposibles. Quizás eran los ojos del ángel que llevaba al lado, invisible a mi busca, sensible a mi alma.
Melancolía siento cuando miro los versos más tristes de poetas suicidas que decidieron morir por amor a la poesía.
Si tengo que morir de eso, moriré de exclamar que esa mirada del destino me dice a gritos que no va a ser sencillo. Existen otras bocas, pero... Yo seré la arena de la playa, que será bañada por un solo mar. Tú.
Y perdona mi locura absurda, pero créeme cuando te digo, que te amo, que ese verde es el grito de esperanza y fuerza que siempre estuvo en mi cabeza y no me dejó morir. Es irónico, lo que quizás me quitaría la vida, me la daba. Pero ahora estás tú, mi nueva forma de existencia. No soy una poeta, no soy escritora... Simplemente soy alguien en la corriente que se siente viva cuando lee tus "te amo".
Y sí. Demasiado largo es este texto, tatuado en mi corazón en tinta invisible de fuego.
Adiós queridos ojos verdes. Que diste luz a mi oscuridad.