Capítulo primero

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Parte I: Venganza.


No es amor.

Katrina es feroz y ostentosa y disparada. Todo lo que ella hizo fue preciso; cada risa escondida detrás de manos delicadas, cada mirada encapuchada que siempre gritaba esfuerzo en vez de naturaleza. Siempre había una cierta crueldad en la forma en que caminaba, hablaba, siempre se había criado sabiendo que podía tener a alguien comiendo de la palma de su mano y que podría explotarlo hasta el extremo de su extensión.

Viktor no es Katrina. Viktor es suave, dulce, seguro, oculto debajo de todas las brasas. Su risa resuena a través de las habitaciones con su alegría, es una invitación en lugar de la de su hermana. Hay autenticidad en lo que dice, a través de sus ojos y sus labios. Es amable, mucho más amable de lo que alguna vez fue Katrina.

Cuando él lo toca, no es con la silenciosa urgencia que Katrina siempre lo hizo. Es con un sentido de garantía, de la idea de que es para ambos y nada más. Cuando él lo toca, su rostro es honesto, siempre le dice lo que quiere sin siquiera decir una palabra. Viktor lo mira como si él lo completara, no solo a alguien que marcara las casillas de verificación de la vida que su padre había planeado para él, sino de alguien que creara nuevas para llenar. Cuando él viene, Yuuri viene con Viktor, porque a pesar de todo, no hay nada más que disfrute tanto como estar cerca de destruir todo lo que Nikiforov construyó, como lo hace, tomando todo lo que le da Viktor.

No es amor, dice Yuuri, y apaga la voz que duda.

...

-Yuuri -susurra en la noche de la muerte de Katrina, se acurruca más cerca de él y esconde su rostro en su pecho. Hay una disonancia dentro de su cuerpo, de lo que él quiere decirle a Viktor; «confía en mi», es lo que dice su mente. «no creas nunca nada de lo que digo», ordena su corazón.

-¿Sí? -es todo lo que dice en su lugar.

-¿Crees? -comienza, se detiene, toma aliento, y no debería afectarlo, no debería estremecerse, no debería molestarlo que él se arruine por cada hora que pasa sin Katrina allí, todo por su acción-... ¿Crees que me perdonaría?, ¿Por no salvarla?

-¿Por qué habría algo que perdonar? -él dice, otra cuenta para la sofocante lista de sus mentiras-. No fue tu culpa Viktor, no pudiste haber hecho nada para detenerlo.

-Pude hacerlo -respira-, noté que se estaba volviendo distante. Sabía que me estaba ocultando algo, podría haberle preguntando, podría haberlo...

-No -le dice con firmeza-. No pudiste haber hecho nada.

Y es la primera verdad que ha dicho en mucho tiempo.

-Lo sé -dice él, hueco, derrotado, suena más pequeño de lo que realmente es-. Y me odio a mí mismo por eso.

...

-Lo siento -dice Viktor, un sonido suave y diminuto, casi abrumado por el rugido del motor del automóvil si Yuuri no hubiera llegado a estar tan atento a todos los ruidos que pudieran contar como advertencia.

-¿Por qué? -el pregunta, y mira para verlo con sus labios apretados en una sonrisa triste-... Viktor...

-Todo lo que has estado haciendo últimamente es escucharme llorar por Katrina -responde, con una pequeña risa incrédula, como si todavía no creyera que su hermana se ha ido, que su hermana está muerta, que su hermana está en algún lugar donde nunca tendrá la oportunidad de volver a verla-. Probablemente estés harto de oír hablar de ella cuando ni siquiera la conocías. Lo siento.

-La conocí -dice, antes de que siquiera pueda pensar en ello, y Viktor gira la cabeza tan bruscamente que oye el látigo de su cabello contra el cuero de los asientos. Enmascara el rápido latir de su corazón mintiendo. Otra vez-. Hablaste de ella lo suficiente como para sentirme así. Cualquier persona importante para ti es importante para mí.

Ante eso, los hombros de Viktor se hunden inmediatamente y la cara drenada por la tensión que tenía antes se suaviza.

-Era increíble, ya sabes. La hubieras amado.

-Estoy seguro de que lo hubiera hecho -dice, recuerda unos ojos muy abiertos y una sonrisa tan cariñosa como astuta, y hay una repentina punzada en su pecho que no ve venir, lo tiene agarrado con fuerza en el volante para evitar una confesión de la que no es digno de ser absuelto-. Estoy seguro.

No es amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora