Sobreviviente

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Oscuridad, espesa y terrible oscuridad, sus ojos no se adaptaban a la poca luz del lugar, la verdad empezaba a creer que no había luz ahí, camino por un lugar lleno de piedras y ramas, no contaba con su varita y ya había intentado hacer "magia verbal" pero nada había sucedido. Siguió avanzando no supo cuanto camino o cuanta distancia recorrió, fue justo en un momento cuando vio un gran lucero, la luna se alzaba en lo alto, una hermosa luna llena y fue cuando todo se aclaró. Un hermoso prado se vio ante sus ojos y en medio de este, un joven de no mas de 17 años se encontraba lleno de lodo, con la ropa rasgada y ensangrentada, cojeaba de una pierna y miraba a su alrededor, buscando mejor dijo viendo a lo que lo acechaba, Harry corrió al prado lo había reconocido, ahí en medio, Draco estaba luchando por su vida, apenas llego cuando vio un rastro café pasando de extremo a extremo del prado tan rápido como las garras que se enterraron el pecho del rubio generando un grito desde lo mas profundo de la garganta. A Harry se le estrujo el corazón, y así fue como recordó...ahí el solo era un observador.

Tres días y dos noches habían pasado desde que llego ahí, y era una lucha constante. El rubio durante los días se dedicaba a recorrer el bosque pero solo llevaba algunos metros o quizás algunos kilómetros pero todos los caminos lo llevaban al mismo prado, como si diera vueltas en un laberinto. Cansado habia establecido un patrón, durante esos días solo buscaba comida y algunas plantas, no tenia que haber sido un genio para saber que clase de criaturas asechaban por las noches, gracias al cielo era bueno en pociones, y con unas cuantas plantas se habia hecho ungüentos. La primera noche que paso ahí "ellos" solo le miraron, pero en la segunda noche fue donde le atacaron, habia notado que no eran como los que el conocía pero sin duda eran igual de horribles, gracias al cielo Serverus le habia enseñado como combatir el "veneno" de los rasguños, mas no de las mordeduras y es ahí donde cabía su miedo. Los hombres lobo cazaban en manada y mientras hubiera luz no habia posibilidad de encontrárselos pero en las noches le perseguían hasta acorralarlo y correr de un extremo a otro, sabia que con los rasguños no lo convertirían pero si llegaban a morderlo ahí la cosa seria diferente, no lo quería y haría lo que fuera para evitar convertirse. Con su ingenio pudo construir pequeñas trampas explosivas con piedras de rió y plantas especificas.

La confianza del rubio, los primeros días le habían impresionado, pero así como ese brillo se posaba en sus platinos ojos, era el mismo que ahora los abandonaba. El moreno observo como por sexta vez el cielo se oscurecía y una hermosa luna se posaba en lo alto, iluminando el claro. En la densidad de la noche entre esos arboles y arbustos frondosos los ojos amarillos se posaban su vista sobre su debilitado cuerpo. Un rugido ensordecedor se escucho y del lado derecho, donde la oscuridad era mas profunda, unos enormes ojos rojos le miraban. De las sombras y con pasos lentos el lobo acechaba, la figura de un hombre encorvado con pelo por todas partes, orejas puntiagudas y unas fauces enormes se iluminaba con la luz de la luna, Draco le observo con los ojos opacos, habia estado sobreviviendo esos 6 días, y su cuerpo estaba sumamente dañado, su pierna con horribles cortes de garras, sangraba, los múltiples golpes y cortadas en su espalda baja le imposibilitaban el caminar, el solo estar de pie le costaba hasta la respiración. El atardecer caía y estaba consciente de la gravedad de sus heridas, y lo supo, lo supo en el momento que vio a los lobos agruparse, esa noche, esa fría noche el iba a morir.

Harry Potter no podía creer lo que sus ojos veían, la determinación de seguir con vida y la esperanza de salir de ese bosque se perdían de los ojos del rubio.

- ¡Vamos! -- hablo en un susurro el rubio, haciendo que ese tono bajo estremeciera a su espectador - ¡se que me escuchas, ¿ te gusta jugar con la comida?!- hizo una pausa, para dirigir le una sonrisa al enorme depredador que a metros de el le gruñía - ¡vamos ¿que esperas? ¡ven!

Y con ese grito el lobo rugió, se agazapo y se impulso con sus "patas traseras" abalanzándose sobre el rubio. El movimiento rápido del animal paso en cámara lenta para el moreno, quien se habia quedado sin aliento al imaginarse que las fauces del depredador se cerrarían en torno al cuello de la presa, y fue en ese momento que su cerebro le recordó que se encontraba sumergido en un "pensadero". Justo en ese instante en donde el salvaje animal casi toca a su débil y rubia presa, que los sonidos de disparos llamaron no solo la atención del moreno si no de los habitantes de ese recuerdo.

¿Sobrenatural?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora