Tesoro

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El tiempo pasaba demasiado despacio para Nami. Cada día, al levantarse, comprobaba el Log Pose con la esperanza de que marcara una nueva ruta. Cada día, consultaba las tres direcciones para ver qué opciones tenían, ansiosa por el temor de quedarse atrapados en aquella isla y perder la oportunidad de continuar su camino.

Pero las agujas no se movían. Cada mañana, después de la comprobación, Nami salía a cubierta y negaba con la cabeza ante las preguntas de sus compañeros. Y ellos, que siempre estaban pendientes del momento en que se marcharían, comprendían que su partida se demoraría otro día más.

A pesar de todo, no parecían demasiado preocupados. Cada miembro de la tripulación había encontrado algo que hacer, algo con lo que distraerse mientras se alargaba su estancia en aquel lugar. Sanji, por ejemplo, se dedicaba a recorrer los pueblos de la isla para aprender de las habilidades culinarias locales, en busca de inspiración para nuevas recetas; Usopp y Chopper estaban ocupados en sus experimentos, uno con una nueva arma y el otro haciendo pruebas de medicinas para las batallas a las que se enfrentarían de ahí en adelante; Luffy y Zoro entrenaban arduamente en los bosques, cuando no estaban por ahí durmiendo o buscando un restaurante que hacía temer a Nami que acabaran en números rojos antes de marcharse. Por último, Brook se había unido temporalmente a la banda de música del pueblo y tocaba para los niños —y muchas veces gente de todas las edades— a los que había encantado con su música, y Franky aprovechaba su tiempo libre buscando nuevos materiales para sus proyectos.

No obstante, la que más beneficiada había salido de aquella situación era, sin duda alguna, Robin. Tras obtener el permiso de los pueblerinos, pasaba buena parte del día descifrando el Poneglyph de la isla, como solo ella sabía hacerlo. Confesó, al principio, que no deseaba entrometerse demasiado, pues los isleños habían dedicado sus vidas a proteger aquellas inscripciones desde hacía generaciones; no obstante, ellos le aseguraron que estaban encantados de que una verdadera arqueóloga —¡la única superviviente de la tragedia de Ohara y una valiosa miembro de los Mugiwara! ¡Cómo se iban a negar!— tuviera interés en su legendaria reliquia. Por supuesto, la ubicación era secreta y no les había sido revelada al resto de Mugiwaras, pero eso no les inquietaba a ninguno de ellos: aquella gente era de fiar y, en cualquier caso, Robin era lo bastante fuerte como para cuidar de sí misma.

El desciframiento del Poneglyph era la única razón por la que merecía la pena la espera. Tras el primer día, Robin había declarado que la inscripción no parecía ser más que la historia de la isla —como se daba en muchos casos—, pero que creía que había algo en el texto que se le escapaba. Tenía el presentimiento de que el mensaje podía estar en clave, o esconder algo más de lo que parecía ser a primera vista. De modo que los días siguientes siguió investigando, siguiendo un rastro que solo ella sabía detectar mientras sus compañeros llenaban las horas libres que tenían con sus propias actividades.

Nami, por su parte, seguía trabajando en su plano. Había diseñado un primer intento bastante superficial, como tenía por costumbre en cada isla que visitaban, dado que no permanecían en ninguna durante demasiado tiempo; sin embargo, viendo que la estancia se prolongaba, se había propuesto hacer otro a menor escala, incluyendo todas las poblaciones. Había pasado aquellos últimos días paseando y tomando más referencias del territorio, apuntando todos los datos necesarios y, además, aprovechando para disfrutar de aquel respiro en la agitada vida de la tripulación. Le habría gustado pasar ese tiempo libre con Robin, pero ella estaba ocupada con el Poneglyph, y Nami no quería ser un estorbo: sabía lo importante que era para su amiga.

Y, por otro lado, Carina no la había dejado tranquila un momento.

Al principio creyó que sus encuentros puntuales eran coincidencias, como las primeras veces que se vieron en la isla. No obstante, cuando el tercer día fue a uno de los acantilados y Carina apareció poco después, saludándola con aquella sonrisa inocente suya, se dio cuenta de que la estaba siguiendo.

[NamixCarina] Nunca más "Adiós"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora