Capítulo 9: Las horas más espantosas.

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En mi cabeza solo había pensamientos atroces sobre Edwin y Patricia, sentía que mi cabeza daba vueltas y me perdía mucho más en todas mis conclusiones. Mientras iba en el taxi pedía a Dios que todo estuviera bien, que no les pasara algo peor. Mis uñas estaban desgastadas, puesto que las mordía debido a lo nerviosa que me sentía.

Cada minuto que pasaba eran como años; el susto que tenía en mí misma era espantoso.

Unos aproximadamente 30 minutos pasaron al llegar al lugar donde ocurrió ese terrible accidente. Me bajé rápidamente del taxi y miré como el carro de Edwin estaba totalmente destrozado; había una multitud considerable; ambulancias por aquí y por allá, y autos de policías por todos lados mientras analizaban y trancaban el paso de la gente.

Vi como Edwin estaba puesto en una camilla todo ensangrentado y con un tubo que lo hacía respirar mejor. Patricia se veía horrible en esa camilla, no tanto como Edwin pero si se podía ver sus cortadas y los golpes. Corrí hacia donde estaban ellos y grité —¡EDWIIIIIIIIN, PATRICIAAAAAA, VAMOS CHICOS DESPIERTEN!.— Mis ojos se llenaron de lágrimas al ver como estaban sus cuerpos; veía a mi ex mejor amiga inconsciente y a Edwin todo golpeado. A pesar de todo los quería demasiado a los dos.

—¡Señorita tiene que retirarse!— Escuché una voz ronca.

—¡No, oficial, no, iré con ellos; los conozco!— Dije mientras lloraba.

El oficial no se opuso y asintió con la cabeza dejando que me fuera con ellos en aquella ambulancia. Mientras iba en el camino veía y analizaba el cuerpo de los dos, estaban totalmente heridos. Los enfermeros se encargaban de mantenerlos vivos, mientras yo solo pedía por sus vidas.

Pasaron unos cuantos minutos, otra vez se tornaba años para mí, llegamos al hospital y rápidamente bajé al igual que bajaron las camillas que llevaban a los cuerpos. Yo corrí junto a los enfermeros que iban a gran velocidad llevando a los cuerpos a quirófanos diferentes para realizar operaciones.

—¡Vamos chicos, por favor, no se mueran!— Exclamé asustada en mi mente mientras los enfermeros pasaban por esa puerta tan escalofriante, el quirófano.

Estaba totalmente asustada por todo lo que había visto. Decidí sentarme en unas sillas de espera del hospital. Junto a mí, se hallaba un hombre alto que estaba sentado inclinado hacia adelante, su codo izquierdo colocado encima de su rodilla izquierda y el codo derecho colocado encima de su rodilla derecha respectivamente, y sus manos estaban colocadas en frente de su cara, lo que la cubría. Se veía asustado, tanto como yo. Veía que él, cada vez, estaba más nervioso, y a ratos, halaba sus cabellos.

—Señor, ¿está usted bien?— Pregunté con voz entrecortada. Era estúpido haber hecho esa pregunta, puesto a que notablemente se veía muy mal, pero a la vez sentía que tenía que hacerla.

El señor me miró fijamente a los ojos. Me asuste. Sus ojos estaban rojos, parecía drogado, pero no, no lo estaba. Siguió mirándome fijamente por unos segundos mientras retorcía sus manos, la una con la otra.

Bajó su mirada con lentitud mientras negaba con su cabeza.

—¡No, no estoy bien!— Respondió con voz chillona y cansada. —¿Te parezco que estoy bien?— Soltó una cuantas lágrimas.

—De hecho no, señor— Respondí mientras intentaba entender lo que le pasaba. —¿Puedes decir qué es lo que le pasa?— Pregunté.

—¡Señorita!— Empezó a llorar indefinidamente.

—Lo siento, señor, no quise...—.

—Mi esposa se está muriendo—Interrumpió. —Y mi hijo falleció ayer, ¡solo tenía 3 añitos!— Lloraba y lloraba.

—Cuanto lo siento, señor, lo siento mucho; ¡vamos!, tranquilízate un poco, sé que esto por lo que estás pasando es muy espantoso, pero ten paciencia, todo estará bien. — Exclamé mientras le daba un pequeño abrazo de consuelo.

El señor hizo su mayor esfuerzo por tranquilizarse. Su respiración era acelerada pero cada vez más calmada.

Finalmente el señor se quedó totalmente dormido, recostando su espalda a la silla y, así mismo, su cabeza a la pared. Yo tenía curiosidad de saber exactamente lo que le pasó a su hijo y a su esposa, pero no quise fastidiar ni lastimar con mis estupideces.

Así pasaron unas cuantas horas y yo estaba un poco más tranquila. Miré el reloj del hospital y marcaba las 4:13am. Habían pasado aproximadamente unas 3 horas. Patricia y Edwin todavía estaban en el quirófano.

Me quedé dormida, estaba muy cansada.

...

—¡Señoritaaaa!— Desperté de inmediato al escuchar eso.

—¿Todo está bien?, doctor— Pregunté mientras limpiaba mis ojos.

Él me miró fijamente y se quedó totalmente callado.

Sentí que el mundo se estaba apagando para mí.

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Volví <3.

Los dejaré con esa pequeña intriga.

¿Será que Edwin y Patricia están fuera de peligro?, o... O.o

Ojalá estén bien.

Esperen el siguiente capítulo.

Perfecta Imperfecta. [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora