Ethereal [TaeGi]

Capítulo 3

Muchas veces,
los suicidas no queremos morir,
solo queremos que el dolor se acabe

Ese día, llevé a TaeHyung (así se llama el chico del hospital) al motel donde vivo. Le conté que hemos estado pasando una mala racha económica estos últimos años pero que al menos teníamos algo. Él no pudo evitar esconder el dolor en su mirada por todo aquello pero le quité importancia.

Eran las tres de la mañana, y seguía despierto, pensando y es algo extraño en mi ya que suelo dormirme nada más rozar las sábanas. Me levanté y encendí mi teléfono. Busque su contacto y aún sabiendo que no respondería, le escribí.

Mi ChimChim♥️✨
Te echo de menos, amor.
Y no tienes ni idea de lo
que soy capaz de dar para
volverte a ver.
(03:04)

Añoro acariciar tu pelo,
añoro el tacto de tu piel
y añoro el olor de tu perfume.
(03:05)

Vuelve conmigo, pequeño, por favor.
(03:05)

Un viernes, casi medio mes de ser prácticamente vecinos, coincidimos entrando en casa y lo pillé con una bolsa enorme de golosinas. Nos sonreímos.

- ¿Quieres?- Me dijo sin más.

Me giré hacía él algo sorprendido por oír su voz dirigiéndose hacia mi persona, casi nunca hablamos.

- ¿Cómo?- Dije medio dormido dado que solo me había despertado para tirar la basura antes de que llegaran mis padres.

- ¿Que si quieres pasar?- Dijo entre risas.

"Debo de tener una cara de sobado impresionante"

"Pero se ha reído... qué bonita risa"

Tras hacerme el interesante por un rato, accedí.

Como es obvio, su departamento era idéntico al mío; salvo por el olor. No tenía efectos personales dado que escapó del hospital, cosa que sigo sin comprender. ¿Cómo es que nadie lo busca?, ¿acaso sus padres pasan de él o que?.

- Siéntate donde quieras- Me dijo observando con atención todos mis movimientos.

Miré la cama a medio hacer, la papelera llena con los restos de la cena de anoche y la puerta del baño entreabierta. Sentarme en la encimera era demasiado insinuante para la primera quedada, la taza del baño queda descartada por chistosa que sea la situación y por más ganas que le tuviera a la cama era demasiado pronto para ello; así que separé la silla de la mesa y me senté en esta.

- Pásame la mercancía- Dije mientras se metía regaliz rojo en la boca.

Abrió más la bolsa y la puso en el centro de la mesa.

- ¡Colocón de golosinas!- Exclamó él haciéndome dudar entre sí iba fumado o con un subidón de azúcar increíble.

Pusimos música y empezamos a tragar como los pozos sin fondo que éramos.

- Estoy cansado- Dije algo hundido en la miseria.

- ¿De comer?- Preguntó mientras engullía una gominola con forma de fresa del tamaño de mi pulgar.

- De respirar- Respondí, a lo que él me miró.- Supongo que no estoy tan estable como parece.

- ¿Quieres hablar?- Dijo sincero.

- ¿De mis sentimientos?- Lo miré de reojo. No se a que se debe este bajón, pero aquí está de nuevo, ahogando fiestas.- Ah, no te preocupes por ellos, nadie más lo hace. Solo odio mi vida y todo el mundo cree que soy feliz.