Volkswagen

2.8K 176 20
                                    

Hinata Hyuga.

24 de enero del 2017.
Miyagi/Japón.

El viento soplaba con tanta fuerza que casi podía escucharlo mientras pisaba más a fondo el acelerador. Encendí la radio empujando el cd a medio entrar, una suave canción de arctic monkey llenó el pequeño espacio que me rodeba. Mi estomago estaba revuelto y el corazón me latía a mil por hora.
Enciendo un cigarrillo casi aplastado que saco del bolsillo delantero de mi camisa. El olor a nicotina me levanta del trance, y mientras expulso el espeso humo tanteo la bolsa con dinero que tengo al lado en el asiento de copiloto.
Varios billetes arrugados se asoman, me sonríen y yo a ellos, sin dejar de conducir.

Avanzó por una larga calle rodeada de frondosos árboles verdes, levanto mis gafas para mirar por el espejo retrovisor y sentirme aliviada al notar que ya nadie me persigue. He burlado a la policía una vez más.
Al quitarme la gorra mi largo cabello cae sereno, inaho del cigarrillo mientras detengo el auto aún en medio de la nada. Me bajo del auto empiezo a correr, lo más rápido que podía sólo para estar segura, aunque no me sigue nadie ahora. Seguía el plan.

Mientras corro a toda prisa, el aire se acaba de mis pulmones y mi cara se pone roja y caliente, pero no importa, no me detengo y continuo aprovechando toda la energía que aún conservo.

Recordando que todo pasó hace varios años, a decir verdad, mi vida ya era una mierda desde que tengo uso de razón, pero no fue hasta hace unos días que me decidí entrar a robar a aquella tienda.

9 de octubre del 2011.
Miyagi Japón.

Después de varios meses en agonía, de incontables visitas al hospital, de practicamente vivir allí, después de una larga y vana lucha, mi hermana menor Hanabi fallecía de un tumor maligno que se había alojado en el cerebro, creciendo cada día junto con ella, acortando su vida tan pronto.
Los doctores habían dicho que solo restaba esperar a que ella se rinda, su muerte era inminente, pero cuando finalmente se fue una madrugada de otoño, algo dentro de mi se marchó a su lado. No supe enfrentar a la muerte. Mis padres me habían pasado por alto. Me había quedado sola.
O eso pensaba hasta que sin duda todo se seguía desmoronando.

4 de noviembre del 2011.

Mamá nada en un mar lleno de olas de depresión. No comía, no dormía y no hablaba.
Se quitó la vida abandonándome también.

Yo aún tenía doce años y tuve que aprender lo que era la muerte, la decepción y el abandono.

16 de marzo del 2015.

Papá conoce a Rina en su lugar de trabajo, y a los pocos meses se casan. Le llamaron "amor" tuvieron el descaro.
Él dice que le permita ser feliz, yo me pregunto ¿Cómo pudo hacernos esto?
Mi nueva madrastra es una mujer más joven que mi padre, ella y yo no nos caemos bien, las peleas son constantes y mi vida un infierno.

No tengo duda de cuando mi madre y mi hermana murieron yo también morí con ellas. Ahora sólo camino y respiro porque soy tan cobarde para hacer algo al respecto.

20 de enero del 2017.

Salgo del instituto junto a la única amiga que tengo, Ino, de 17 años al igual que yo.
El clima está nublado y caminamos a la estación.

El sonido del tren en la estación conjunto con el frío me acompañan sobre el asiento de espera, a mi lado, Ino. Me pasa con delicadeza el delgado porro y lo sujeto con mis labios para sentir el placer del que me doy la aprobación de tener.

-Qué pereza la vida. - Dice ella viéndola pasar por delante de nuestros ojos.

-Y la gente. -Fue mi vaga respuesta.

-Deberíamos hacer algo ya. Yo tampoco quiero estar más en casa, mi padrastro no deja de alardear a sus nuevos hijos - Se lamentaba ella de sus problemas. Los que ya conocía muy bien, pero se desahogaba volviéndolos a narrar.

-Estamos a días de graduarnos del instituto, vamos a Tokyo, buscamos un trabajo allí, dejamos de depender. - Volví a repetir lo mismo yo también.

Dejamos pasar otro tren.

El humo seguía bailando el aire.

-Necesitamos dinero Hina.

-Y un plan.

24 de enero 2017
En un bosque de lejano.

Un volkswagen blanco me esperaba con el motor encendido junto con una rubia ansiosa por conducir en cuanto me suba en el.
No hizo falta decir nada. Ino arrancó el auto, ambas con el corazón en la mano y la adrenalina fluyendo.
Al avanzar los kilómetros empezamos a reír y a gritar triunfantes, lo habíamos conseguido, tres mil quinientos dólares nos acompañaban, y el futuro incierto nos esperaba allá, en Tokyo.

27 de enero del 2017
Tokyo/Japón.

La ciudad se pintaba de colores, mientras Ino y yo recorriamos con con nuestro ligero equipaje.
Nos detuvimos en una tienda de gasolinera por cosas de comer, pero yo necesitaba beber. Compré una botella del mejor vodka y lo pague con la vanidad que no poseía hace años , junto con unos cuantos cigarrillos, chuchis y dos grandes sándwiches de jamón.

Encontramos un departamento en una calle alejada del ruido de la gran ciudad, teniéndonos sólo la una a la otra. Nos instalamos sin protestar el precio, confiadas en que encontraremos un trabajo tan pronto como sea posible.

El lugar era confortable y ameno. Contaba con dos habitaciones y una acogedora sala. Me tumbé sobre el sofá y pensé en lo todo lo que había logrado hacer en pocas horas. Reía sin descaro, ya bastante ebria. Ino no dejaba de admirarse de lo que habíamos conseguido.

- Es que aun no me lo creo Hinata ¡Lo hicimos! Ya estamos aquí.

Encendió música de su movil y disfrutamos lo que quedaba de la noche. Ebrias y drogadas.

La madrugada cayó e Ino dormía en el mueble sin ir a la cama, su largo cabello rubio cayendo por los cojines me mostraban la comodidad que sentía.
Me asomo en el balcón aprovechando la soledad que se me prestaba y enciendo mi último cigarrillo. Empecé a llorar en pequeños susurros.

Siempre he sido la chica popular que le gusta a todos, la que conocen por sonreír y ser divertida, pero la que ignoran que muere en vida día con con día. Porque sí, a todos les gusta Hinata, que mona es. Pero no soy buena, con nadie y para nadie.

Seco mis lágrimas, impidiéndome seguir llorando, tan cansada de sentirme rota y vacía.
Levanto mi vista al edificio de en frente. Y un muchacho rubio de suéter negro y un gato amarillo en sus brazos me observan.
Intento disimular mi sorpresa y le sonrió de lado con el cigarrillo sobre mi mano a la altura de mi cara.

Y sí, a todos les gusta Hinata. Y él no es la excepción...

Tokyo / NaruHinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora