Todo los días, caminaba hasta la orilla del mar. Se quedaba inmóvil por unos cuantos segundos, hasta que se decidía a nadar.
Contenía la respiración bajo el agua con un recor sorptendente.Nadaba a lo más profundo, hasta llegar a la maravillosa ciudad que la impulsaba a entrar al mar cada noche. Allí estaba tranquila, tanto que respirar era algo vano.
La calma se despedía triste, al escuchar los gritos de su madre, nuevamente sacando la de la bañera.
Por: Crisgley Escalona