Justo como dije, desde que Santiago y Lucas se unieron al equipo de futbol de Leo he ido a cada partido. Siempre preparada para hacerles porras hasta hacer el ridículo. Estos eventos llegaron a ser los únicos momentos donde yo podía convivir con las parejas de mis amigos, especialmente las ultimas que fueron Laura y Minerva.
Recuerdo uno de los últimos partidos el semestre pasado. Laura había dejado de ser mi amiga y Leo comenzaba a salir con ella. Minerva y Santiago llevaban un tiempo. Comenzó el partido y ambas se encontraban al lado mío en primera fila. Dejaba que Laura tuviera el protagonico cuando Leo metía gol.
Durante la segunda mitad expulsaron a un miembro del equipo contrario. El resultado final: nuestro equipo ganó. Después de felicitarlos mantuve mi distancia para que ellos pudieran ir a celebrar con el quipo y sus respectivas novias. Ya estaba por irme cuando viene corriendo hacia mí una muy preocupada Laura.
- ¡Jo! ¡Tienes que venir!- me jaló del brazo.
- ¿Qué sucede Laura?- pregunté mientras me arrastraba hacia vestidores.
- ¡Estan por pelearse y no se que hacer!
Deje mis cosas tiradas y la seguí. Frente a mi estaban los dos equipos, ambos capitanes al frente dándose empujones. Santiago estaba al lado de Leo con Minerva detrás de él y Lucas en medio tratando de calmar las cosas.
- ¡Andale! Vete a festejar con tu noviecita- dijo el capital del otro equipo. A Leo se le notaban las ganas de golpearlo pero Lucas lo detenía. Sabía que era una estrategia del equipo contrario para empezar una pelea y expulsarlos.
- Ella esta buena, deberías prestarla- decía otro mientras intentaban agarrar a Minerva. Santiago estaba protegiéndola con lo pelos de punta.
Sabiendo que el futbol era una de las pasiones de mis amigos, sentí la necesidad de interponerme para evitar una pelea. No iba a dejar que perdieran la oportunidad de que siguieran jugando. Dejé atrás a Laura y me acerqué a donde Lucas.
- Deberían dejar esto por la paz e irse- impuse lo más seria que pude al capitán del otro equipo.
- ¿eh? ¡¿Después de que hicieran que me expulsaran?- no sabia que decir.
- Déjala en paz- dijo Leo.
- No estas nada mal- su mirada fue de mis pies a la cabeza- vente con nosotros.
Uno de ellos me agarró de la mano y tiró de mi fuerte. Santiago logró tomar mi brazo contrario y evitó que cayera.
- Suéltala- le dijo Santiago.
- ¿Acaso esta es la puta del equipo? Siempre la veo en los partidos.
Jaló más fuerte de mi pero en un segundo me soltó del agarre. El chico estaba tirado en el suelo. Había sido Lucas quien tiró el primer golpe. Y el segundo, y el tercero. Lucas estaba encima de él. Leo no se quedó con las ganas y golpeó al capitán.
De pronto todo el equipo se encontraba encima del contrincante. Si uno caía, otro lo ayudaba. Lucas cayó pero Santiago mandó a volar al otro y asi entre todo el equipo.
- ¡Corran!- gritó Leo de la nada, jalando con él a Lucas. Santiago cargó con Minerva y conmigo.
Jamás me había sentido tan unida a todo el equipo. Corría tanto como podía con ellos.
- ¡Los veo el sábado!- gritó Leo y todos se esparcieron.
Aun estábamos corriendo. Levante ambas manos y grité. Tuve miedo y que mejor que el viento se lo llevara. Algunas lagrimas salieron de mis ojos. Me daba miedo perderlos y temía por chicos asi que me pudiera topar en un futuro. Crecer apestaba. Pero la inocencia se iba perdiendo entre nosotros poco a poco y si no crecía, me quedaría atrás. Abrí mis ojos y voltee a ver a cada uno.
Yo estaba en un error. Ese brillo de inocencia aun estaba en ellos. Esos niños que conocía de hace tiempo aun seguían en esos cuerpos que corrian junto a mí. Tenían aun tanta energía que gastar, a pesar del juego, a pesar de la pelea... aun con el ojo morado.
- ¿Podemos hablar Leo?- asintió con la cabeza y nos alejamos unos cuantos metros de los demás, aun a la vista.
- Espero que no me mates por lo que voy a decirte Jo- dijo con su cara de haber metido la pata.
- Entonces déjame decirte primero yo.
Era la hora, es el momento donde mi relación con Leo podía seguir o romperse. Tragué saliva, cerré mis puños, me armé de valentía, alcé mi cabeza. Podía ver mi rostro en los ojos azabaches de Leo.
- Me gustas- escuché salir de mis labios- me gustas mucho Leo- repetí por si mis oídos me engañaban. Por unos segundos sentí un alivio en el pecho, como si me quitara un peso de encima.
La sonrisa que se dibujó en mi rostro desapareció tan rápido como se formó. El me gustaba mucho, pero yo a él no y su rostro me lo decía.
- Jo...no se que decir- leí sus labios- pero volví con Laura.
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Mi Día Seis
RomantikUn cuarteto de mejores amigos atraviesan la adolescencia juntos. Los viejos recuerdos de la infancia son la motivación para mantenerse unidos; ningúno esta preparado para los colores que pintan su nueva etapa. Se convierten en víctimas de la inocenc...