Dia 4 Parte 4

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No fue difícil para mi conciliar el sueño; en cuanto mi cabeza tocó mi almohada pude cerrar los ojos tranquila. Lucas y Leo con sus familias, es sus respectivos cuartos, ya dormidos. Leo tal vez mensajeaba con Laura. Y Santiago pasando la noche en el hospital.

Con mis ojos cerrados y el cuarto oscuro, busque con mi mano una almohada para abrazar.

Me encontraba en la habitación de hospital de Santiago, estaba sentada en su cama, como lo estaba horas antes. Santiago estaba viendo por la ventana.

Por instinto me dirigí hacia él; con el índice de mi mano comencé a trazar el contorno de su tatuaje. No tenia idea como era una cobarde para entrar a verlo pero si tenia toda la valentía para tocarlo sin su permiso. Era algo inevitable. El color de su piel dorada encajaba a la perfeccion con la oscuridad del dibujo.

Era imposible no verlo, ¿el tatuaje o él? Para mi, ambos. Agradezco la curiosidad que me hizo atravesar el espacio personal para poder estar tan cerca de él.

La reacción de él ante mi contacto con su piel me indicó que nadie más había tenido la suerte de saber este secreto. Corrección, que nadie más lo había recorrido. Saber que era la única subió mi ego, tanto que no pude ocultar una sonrisa. Sonrisa que se me borró al mirar hacia arriba. Sus ojos estaban clavados a los míos. De inmediato retire mi mano de su espalda pero mis ojos apenas lograban parpadear; la entrada de luz por la ventana a la hora del ocaso no me hacia justica.

Esas tonalidades naranjas del sol al querer ocultarse se reflejaban en los ojos de Santiago. En un angulo donde yo era la único testigo del espectáculo de las maravillas de la naturaleza. Cientos de veces fui al mar para ver el atardecer y poder presenciar el brillo del las estrellas, cuando frente a mi podía ver el universo entero.

No quite la mirada para poder mostrarle a Santiago un poco del reflejo a través de mi ojos. No creo que haya visto lo mismo que yo pues su siguiente movimiento me distrajo. Tenia ambas manos de Santiago en mi cabeza y su frente con la mía.

La sensación de hormigueo por todo mi cuerpo me ganó, y de no ser por él, seguro hubiera caído de sentón al piso. Mi estomago no ayudaba con ese cosquilleo ardiente que recorría desde mi pecho hasta mi vientre bajo. Mi respiración estaba sincronizada con la de él.

En este momento yo quería besarlo, quería inclinarme hacia delante y chocar mis labios secos con los labios suaves de él. Pero una fuerza mayor me impedía moverme.

Aunque tenía de frente a Santiago, el recuerdo de Leo invadió mi mente por un segundo y en un instante lo tenia ahora frente a mí. Solo él y yo, en la habitación invadida por la oscuridad de la noche. 

Mi Día SeisWhere stories live. Discover now