III._ Quien dices ser_

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Alisto sus cosas en un práctico bolso negro de medianoche dado por Minerva, dios de la inteligencia que habia conjurado del objeto de ser tan ligero como una pluma y del infinito cargamento, tomo de las prendas tejidas por Aracne, un familiar de Atenea, en finas costuras de hilos encantados en resistencia como de fuerza y agilidad de hechizos que solo un dios tenía a su disposición, habia recibido del paquete a nombre del dios Marte como un regalo de su logro más halagado y por más extraño que le haya parecido el detalle de un merecido escándalo por lo majestuoso del presente, lo acepto sin rechistar pues sería demasiado tonto de su parte el haberlo rechazado. Despojo de sus prendas actuales dejándolas caer al piso sin importarle un comino el hecho de ensuciar sus posesiones en el polvo inexistente que lo escandalizaba, en otra situación las hubiera doblado para lavarlas más tarde, se vistió para la ocasión y actuó como si nada pasará cuando en sus pasos dejaba las huellas del catástrofe. Guantes negros capaces de impedir que algo se escapara de sus manos, vestimentas completamente negras que permitían una perfecta movilidad tanto de sus manos y piernas, como de sus majestuosas alas. Una vez vestido completamente y darse el ultimo vistazo en su espejo encantado, trago saliva refrescando su seca garganta para luego suspirar y apretar los puños, su expresión era un dilema, un enigma para aquellos que lograron verle tan decidido en su caminar antes de que llevara a cabo sus acciones las cuales desconocían.

Era su deber terminar con todos los productos erróneos creados por su mano. Los primeros debían ser aquellos que le habían burlado y mentido como si de un niño se tratara, no les habia faltada con apuñalarlo por la espalda ignorando de ello como un completo tonto sino que tuvieron el descaro de hacerlo frente a sus ojos con tanta imprudencia por la carencia de escrúpulos para ser un bufón ingenuo al que desmoronaron en dignidad, no podía permitirlo, su ego se sentía herido y enterar por medio de un soplón del mundo astral la noticia alucinante no fue más que botarle sal a la llaga; de aquella reacción que tanto fue cubierta en capaz de vanidad que no eran más que engaños de su mejor hombre por dejarlo ciego con afán, nació un bebé, la burla de su buen nombre, resultado que surgió a raíz de ese pecado, era IMPERDONABLE.

Bajo al mundo humano camuflado por la noche oscura sin luna ni estrellas que le acompañaran, donde la "pareja feliz" hacia su gracia al vivir y aparentar completa normalidad para pasar desapercibidos como unos humanos más en esta pequeña civilización, no por mucho, siguió su camino por el sendero de tierra caliza del pueblo retirado los terrenos ricos hasta llegar a la humilde morada caracterizada por ser lo único que los siervos podían pagar, acorto la distancia saltando la desecha cerca de madera vieja sintiendo el calor hogareño que desprendía la casita en cada acercamiento, se detuvo para escabullirse contra la pared observando en el ventanal más cercano las presas primarias de su lista; la súcubo, sentada en una mecedora cercana a un fogón, cuidaba de su retoño como cualquier madre lo haría, lo que llamo fuertemente su atención, después de todo, los súcubos eran seres despreciables que solo deseaban alimentarse de la ingenuidad de todos aquellos que cayeran en sus garras, algo que él no podía ni debía tolerar por lo cual rechisto ante la imagen que casi lo enredaba en sus falsas.

Entrar a aquella cabaña de fachada humilde, fue algo sencillo, no tuvo que forzar la cerradura y paso con sigilo, por lo cual su presencia era nula para el demonio ameno. El arcángel no estaba en casa por lo que todo sería fácil para el guardián del amor, el dios todopoderoso, Eric...o, al menos eso pensó nuevamente reprochando el ser tan confiado en bajar la guardia. Tan pronto como la mujer percibió su aroma cerca de ella y su bebé, giro el rosto con brusquedad para revelar aquel que osaba en perturbar sus tierras y en cuanto admiro el incrédulo rostro del castaño su furia arraso con sus venas junto al miedo que domino tras la situación mortal. Revelo la verdadera forma de su especie ante el enemigo. Grandes alas negras similares a las de un murciélago, largas y gruesas con algunas tonalidades rojizas producto del efecto que hacían las venas al realizar el recorrido de sangre sucia a las mismas, largas uñas negras y afiladas que eran capaces de destruir un cuerpo entero como si de poca se tratara, ojos de pupilas filosas llegando asemejándose a las de una víbora y colmillos similares a los de una bestia salvaje hicieron presencia en esa mujer que antes parecía un humana normal con cierta belleza en la simetría del rostro. Esta sujetaba a su hijo con firmeza y delicadeza, cubriéndolo con una de sus alas y retrocediendo conforme el dios avanzaba asombrado por la transformación tanto como en la defensiva siendo suspicaz de todo movimiento. Nunca habia abandonado las tierras permitidas, por lo que toparse con demonios como la mujer frente a él era imposible.

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⏰ Última actualización: Jun 11, 2018 ⏰

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