II

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Estuvimos media hora de camino hasta nuestro destino y cuando llegamos, el día se había oscurecido ya del todo. Bajé de la moto y miré a mi alrededor: estaba todo vacío, solo había una manta tirada en el suelo junto a una pequeña cesta.

— ¿Un picnic a las 23:00? -lo miré sonriendo.
— Bueno, sabes que no suelo hacer las cosas como se tienen que hacer. -se encogió de los hombros y empezó a caminar hasta la manta.- Ven, te tengo una sorpresa.
— A ver, sorpréndeme. -me acerqué y me senté junto a él.- ¿Qué tiene el señor Hemmings para mostrarme esta vez?

En ese momento, abrió la cesta sacando un pequeño cassette y un par de discos. Puso uno de los CD's y empezó una gran canción.
Después de eso, sacó una pequeña cajita y me la tendió en mano.

— Ábrela, pero ahora, quiero ver tu reacción. -dijo.
— Bueno, si insistes tendré que hacerlo. -abrí la caja y lo primero que encontré fue una paleta de acuarelas de diferente colores.- No me lo puedo creer. -lo miré, sonreí y aunque aún quedaban cosas, lo abracé fuertemente.- Muchas gracias, Lukkie.
— Shh, sigue mirando, todavía sigue la sorpresa.

Seguí mirando dentro de la caja y estaba llena de bolitas de chocolate, y bolsitas de gominolas.
No pude evitarlo, y me metí una de las bolas en la boca y le ofrecí a él.

— No gracias. -rio él sacando más cosas de la cesta- Y no comas muchas que aquí hay más comida.



Pasamos un rato comiendo, riendo, haciendo chistes malos, metiéndonos el uno con el otro y de repente: un silencio triste e incómodo.

— Entonces... ¿Te vas dentro de nada, no? Vuelves al centro. -me miró haciendo un pequeño puchero.
— Pues sí, pero aún tenemos tiempo para pasar juntos, a parte, te prometo que voy a volver dentro de nada. ¿Si?

Suspiró y nos quedamos otra vez en silencio, dejando que la canción sonara de fondo: Wonderwall - Oasis. Nos echamos en la manta y miramos al cielo, cada una de las estrellas que había hacia una perfecta combinación con las de su alrededor, (sí, me encantan las combinaciones)

— Sam.
— ¿Si?
— Gracias por este mes tan perfecto.
— Cállate. -lo miré fijamente y sonreí mostrando los dientes, algo que nunca hacia.

Él en ese momento se acercó a mí, acariciando mis mejillas con sus suaves manos. Sentía su respiración caliente dándome en la cara, era incómodo pero no quería romper ese momento. No sabía si pasar a la acción hasta que él simplemente cerró los ojos. Yo pasé una de mis manos por su pelo, enredandolo en él, y seguidamente lo besé.

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⏰ Última actualización: Jun 10, 2018 ⏰

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Samantha. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora