Capítulo 6

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Tres horas de clase después es hora del descanso. Me encuentro caminando por los pasillos hasta la cafetería. Como era de esperarse todas las miradas estan puestas en mi.

Llego a la cafetería y busco con la mirada a Verónica, la visualizo en la fila para recoger su almuerzo junto con otra chica; a paso decidido camino hasta ella.
Pero antes de siquiera estar a dos pasos de ella un chico se me adelanta. Es de tez morena, fortachón e increiblemente alto.

-¡Tu! -dice señalando a Verónica con su dedo índice- ¡Maldita zorra!

-¡Por favor! -dice exasperada-. No empieces.

-¿Que no empiece? -grita.

-¡Basta! ¡Ya superalo!

-¿Cómo te atreves a decirme que lo supere? ¡No me jodas!

Okey, esto está raro y definitivamente se está saliendo de control. Doy un paso mas para estar un poco más cerca, haciendo paso entre la pequeña multitud que se ha reunido a admirar la discusión.

-¡Basta ya! -grita ella-. Estás haciendo un escándalo.

-Me valen tres kilos de mierda si hago un escándalo o no.

-Pues a mi no -se cruza de brazos-, esto se acabó, no hay nada mas que hablar -intenta pasar a un lado de él pero la toma del brazo con brusquedad. Esto me está molestando-. Suéltame -lo mira retadora.

Al ver la expresión de Verónica y que él ejerce mayor fuerza en su agarre no dudo en intervenir. Lo empujo violentamente del pecho.

-¡Ha dicho que la sueltes, imbecil! -digo posisionándome entre él y Veronica con mi puño a escasos centímetros de su rostro.

-¿Y tu quién te crees? -pregunta lleno de rabia.

Antes de que pueda responderle una voz nos interrumpe.

-¡Alejense! -grita una profesora, supongo- ¡Los dos, a dirección!

Lo suelto con brusquedad y una mueca de repulsión, él tarda un poco en recuperar el equilibrio y se pone a caminar, antes de hacer lo mismo le dirijo una mirada a Verónica, quien me observa sorprendida.

Caminamos en silencio detrás de la profesora, varios alumnos nos observan curiosos y cuchichean entre sí, los ignoro y me doy cuenta de que el imbécil al cual casi le rompo la nariz me observa con odio. Al igual que al resto, lo ignoro.

Llegamos a la oficina del director y esperamos aproximadamente diez minutos. Cuando llega se sienta en su sitio frente a nosotros con un semblante serio.

- ¿Con que armando un escándalo en plena cafetería eh? Esto no lo esperaba de usted señor Collins un alumno como usted, ofendiendo así a una señorita - eleva una ceja, él trata de defenderse pero el director lo calla-. Y usted, señor Dankworth -me mira ahora a mi-, es nuevo, esperaba no tener quejas de usted, por lo menos el primer día.

Me encojo de hombros.

-Bien -continua-, ambos recibirán un castigo. Señor Rizzo usted tendrá que hacer servicio comunitario, vaya con la secretaria, ella le dará las  indicaciones. Puede retirarse.

-¿Y él no será castigando? ¡Casi me rompe la cara!

Río por la nariz.

-Si me premite, Collins, eso lo discutiré en privado con él, si es tan amable... -hace una seña con su mano hacia la puerta. Suelta un bufido y sale.

-Ethan -me mira serio.

-¿Si, Robert? -reímos y nos ponemos de pie para estrechar nuestras manos.

Droga PerfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora