Capitulo 3

28 1 0
                                    

Salí de la casa sin desayunar, la noticia de la Universidad no me cayó nada bien, nunca me han gustado las reglas, seguir los horarios, tener que obedecer a viejos amargados que se hacen llamar profesores, ni la gente; no me gusta estar rodeado de personas, mucho menos si son de mi edad o menores y el hecho de asistir a una escuela implica todas esas cosas.

La calle está casi vacía lo que me permite ir a una velocidad un poco mayor; el aire golpea mi cuerpo ya que voy en mi motocicleta. No se a donde voy exactamente, solo quería salir y apartarme del mundo.

Sigo conduciendo hasta un lugar a las afueras de la ciudad, al dar vuelta en una avenida freno de golpe, una chica mas o menos de mi edad acaba de ponerse en mi camino, lleva auriculares puestos, su cabello rubio va suelto, chamarra de cuero, pantalones negros y botines de tacón. Al voltear, en vez de estar asustada o avergonzada, tenía una expresión de indignación y enojo en su rostro.

-¡Fíjate por dónde vas, idiota! -me grita furiosa para darse media vuelta y comenzar a caminar. ¿Y a esta que le pasa?

-Esos moditos- digo sarcástico, a lo que ella voltea y me enseña su dedo medio.

-Idiota -dice.

-Como tu... comprenderás -enciendo el motor y vuelvo a arrancar a toda velocidad dejándola en medio de la calle.

¿Y esta que se ha creido? Sigo conduciendo hasta una colina donde hay un mirador. Aparco la motocicleta un poco alejada de la orilla, me quito el casco y bajo de esta, me dirijo a la otra orilla donde hay un barandal que supuestamente es para evitar caídas aunque está demasiado flojo.Me recargo en él y observo el paisaje, la gran vista me deja asombrado, ya había venido aquí varias veces pero creo que no he puesto demasiada atención.

Al imaginar a todas las persona que van por ahí sin mas preocupaciones que su trabajo, escuela o hijos me da de que pensar respecto a la vida que llevo, en toda la mierda en la que estoy metido desde antes de nacer.

Recuerdo a mi madre, la cual murió por culpa de Esteban Salvatore, el mayor enemigo de mi padre, está muerto, lo cual agradezco, el hecho de que este muerto significa que, aparte de vengar la muerte de mi madre, no existe mas el imperio Salvatore, una preocupación menos para nuestra mafia.

Sigo pensando en el hecho de que ahora tendré que ir a la Universidad y todo para seducir a una niña, me da un poco de rabia tener que jugar con las mujeres, no soy el típico mafioso mujeriego que lleva a cualquiera a la cama y si las llego a llevar es solo por que de verdad las quiero o por que me paso de copas y pierdo el control, pero después de eso me arrepiento, aunque ellas parezcan disfrutarlo.

He aprendido a respetar a las mujeres por respeto a mi madre, no me gusta jugar con ellas y el hecho de enamorar a una chica, por mas que sea la hija del enemigo de mi padre me pone mal y mas por usarla de tal manera sólo para sacar provecho. Pero el hecho de que respete a las mujeres no quiere decir que todas merezcan mi respeto, ni los hijos de puta que se lleguen a meter conmigo o mi familia y eso si, tengo un carácter de mierda.

Tal vez el entrar a la Universidad no sea tan malo, tal vez haga amigos, no que no tenga amigos, los tengo, pero no se si cuenten como tal, todos son hijos de mafiosos, el único verdadero amigo que tengo se llama Alex y lo conozco desde los 8 años, ¿Cómo lo conozco? Es hijo de un amigo de mi padre, si también es hijo de un mafioso, pero con él es diferente.

Sigo sumergido en mis pensamientos, que no me doy cuenta de que tengo compañía a escasos metros de mi, volteo en su dirección y veo a una chica, cabello largo y castaño recogido en una coleta alta, al parecer está llorando ya que suelta pequeños sollozos. La sigo observando, está de espaldas, al parecer se tranquiliza y seca sus lagrimas con la palma de su mano, voltea decidida a irse cuando se da cuenta de que la observo, me mira con unos increíbles ojos color azul, los cuales están vidriosos. Aparta la mirada y se sube a una motocicleta estacionada junto a la mía, antes de ponerse el casco voltea a verme por última vez, se lo pone y se va.

Nunca entenderé a las mujeres, mientras unas se indignan después de casi ser atropelladas por su propia culpa, otras lloran probablemente por un corazon roto o yo que sé.

Sigo admirando el paisaje para después de como 30 minutos irme, listo para escuchar el plan de mi padre.

Droga PerfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora