Capítulo 5

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¿Cómo era posible que ya haya pasado un mes desde que mi padre me dió la noticia de que iría a la Universidad?

Hoy es el día.

Hoy iría a la Universidad.

Hoy tal vez llegaría a saber que es tener una vida normal.

Sonó la alarma, 7:30 marcaba el reloj. No pude dormir mas que 4 horas, me la pasaba dando vueltas en la cama imaginando como sería todo esto. Me levanté y me dirigí al baño, me duché y me cambié, jeans negros rasgados, una camisa blanca, chaqueta de cuero negro y tenis del mismo color; dejo mi cabello un poco despeinado, cepillo mis dientes y me pongo loción.

Tomo mi mochila y bajo al comedor donde ya se encuentra mi hermano, papá no tardó en aparecer. Angélica, como de costumbre sirvió el desayuno y se fue. Comimos en silencio. No tenía ganas de hablar por que sé que en cualquier momento de privacidad entre mi padre y yo, él empezará con un sermón de cómo debo actuar.

Minutos después Cristian abandona el comedor. Aquí vamos.

-Hijo -llamó mi padre.

-¿Si?

-Sé que debería darte un discurso acerca de lo orgulloso que estoy de ti por entrar a la Universidad como todo padre normal, pero no soy un padre normal -se limpia la boca con la servilleta y la deja en la mesa; yo solo me dispuse a escuchar mientras seguía comiendo- sabes cuál es tu objetivo, no me importa tu conducta o calificaciones, siempre y cuando cumplas con tu propósito.

-Lo sé, papá -digo un poco exasperado, me levanto para irme; todo el mes se la pasó diciendo lo mismo.

Me encamino a la puerta con mi padre pisándome los talones. Cuando estaba a punto de subir a mi auto mi padre habló:

-Lo mas importante, no te enamores de ella -dijo sin más y se adentró a la casa.

Todo el camino repetí las últimas palabras de mi padre en mi cabeza. "No te enamores de ella."

Pfff obvio no lo voy a hacer, no me gusta esto para nada, pero no me voy a enamorar, no está en mis prioridades.

Al llegar estaciono mi auto en un lugar libre cerca de la entrada. Al bajar, todas las miradas están puestas en mi y en mi deportivo rojo con cristales blindados. Camino como si nada; al ser hijo de un mafioso está mas que claro que estoy acostumbrado a llamar la atención, toda mi vida me la he pasado haciendo trabajos, matando gente y esas mierdas, por ende y no por presumir se puede decir que soy un "chico malo" estúpido,  lo sé, pero eso es lo que soy, así es mi forma de ser.

Sigo caminando hasta el aula donde será mi primera clase, no tengo problemas en ubicarme, así como no hubo problema en inscribirme, no hubo problema en tener mi propio recorrido por la Universidad. Ventajas de ser quien soy.

Al entrar llamo la atención de los estudiantes que ya se encuentran allí. Dos chicos y tres chicas me miran, las chicas comienzan a cuchichear, me aseguro que ninguna sea Verónica y al comprobar que no es así me dirijo al fondo del aula y me siento junto a la ventana.

Minutos después la campana suena y empiezan a llegar los demás. Los observo uno por uno, sobre todo a las chicas pero ninguna es ella, no creo que falte a su primer clase. Después de unos segundos una chica de cabello castaño y ojos azules hace aparición, me resulta conocida de un lado pero no recuerdo; camina hasta el fondo y toma asiento delante de mi, en su trayecto no pude dejar de verla, si que es atractiva.

La profesora llega de repente y deja sus cosas en el escritorio; doy un vistazo al resto de alumnos buscando una cabellera rubia, vaya que hay muchas, pero ninguna es. Resignado pongo atención a la profesora, no sin antes mirar a la chica de ojos azules.

-Buenos días jovenes, yo soy Elena Rizzo y seré su profesora de Literatura, comenzaré pasando lista, cuando escuchen su nombre se pondrán de pie, así sabremos quien es quien.

¿No quiere que digamos nuestro color favorito? Agh.

Toma asiento y comienza. Tres nombres después llaman a la puerta, la vieja esta indica el pase y por la puerta aparece una chica con pantalones y chamarra de cuero negro con botines de tacón a juego, cabellera rubia y ojos verdes.

Verónica.

-Disculpe la tardanza -dice de manera natural.

-Pase -indica la profesora y sigue con lo suyo.

La sigo con la vista hasta su lugar, saca sus auriculares y... ay no.

Es la chica que casi atropello, vaya sorpresa.

-Ethan Dankworth -escucho mi nombre y veo a la profesora, me observa con una ceja arqueada esperando una respuesta.

Me pongo de pie, todas las miradas estan puestas en mi, muchas chicas me comen con la mirada, literalmente. Antes de volver a sentarme doy una mirada a Verónica que al momento que nuestras miradas coinciden ella la desvía restandole importancia. Miro por ultimo a la chica de ojos azules, la cual me observa fijamente, al igual que Verónica cuando su mirada se encuentra con la mía la desvía, pero ella un poco avergonzada, no puedo evitar sonreir.

-Verónica Martinelli -dice la vieja cinco minutos después. Cómo ya sabía, la rubia se pone de pie, de mala gana cabe recalcar.

Varios nombres más y la castaña se pone de pie respondiendo al nombre de Lissa Santoro. Ella, a diferencia de Verónica no se levanta de mala gana y antes de tomar asiento me dirige una mirada, acompañada de una sonrisa.

Droga PerfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora