Iglesia de Santa Felicitas

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Felicitas Guerrero era una hermosa joven que se casó a los 16 años con Manuel de Álzaga. A sus 24 años, y luego de la muerte de su único hijo, queda viuda. Se relaciona con Enrique Ocampo, pero se enamora de Samuel Saénz Valiente.

Ocampo, celoso, decide dispararle dos veces en el pecho. Los vecinos del lugar sostienen que cada 30 de enero, día del fallecimiento de Felicitas, aparece su fantasma con el torso ensangrentado, vagando errante durante toda la noche hasta el amanecer.

Se dice que si se deja un pañuelo en la reja al anochecer, a la mañana aparece húmedo de lágrimas. Es frecuente –agregan– que muchas mujeres le pidan por amor dejando cintas en la reja de la iglesia.


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