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Para cuando llegó la estación lluviosa de nuevo, ya mi cuerpo no daba más.

Ni siquiera podía levantarme de la cama.

La fiebre era eterna y mis alucinaciones también.

Los enfermeros y doctores producto de mi imaginación siempre se encontraban alrededor de mi, incluso habían otras personas como yo también. Personas "enfermas". 

¿Habían perdido ellos a algún chico lluvia también? ¿Estaban aquí, locos de añoranza como yo?

Cuando la lluvia golpeteó mi ventana por primera vez después de mucho tiempo. No tenía fuerzas, incluso para alegrarme.

Suspiré cuando, por fin, logre divisar al chico lluvia mirándome a través del cristal de la ventana. Deseé entonces que el agua entrase dentro para que el entrase también, conmigo.

Estaba cansado, quería que me curara de la fiebre como esa vez. Quería que me curara de todo mis males. O que sólo se quedase conmigo, lo que sea estaba bien. Con el chico lluvia a mi lado, enfrentaría lo que fuese que tuviese que enfrentar. Él era mi fortaleza. Era lo único que me ataba a la cordura y alejaba las horribles alucinaciones de mi mente.

Él pareció saber lo que quería, porque con cuidado, deslizo sus dedos por la ventana, abriéndola a pesar de que estaba trabada. El chico lluvia siempre había sido sorprendente. Siempre haciendo cosas imposibles como si fuese la tarea más sencilla del mundo.

Con la ventana ahora abierta, el agua se coló fácilmente, mojando el blanco suelo de la habitación de mis alucinaciones y deslizándose hasta llegar a los pies de mi camilla. Jimin se movió con ella. Acercándose hasta llegar a mi lado. Le sonreí débilmente, sintiendo mis párpados pesados— Volviste de estar en todas partes.

El también sonrió, cerrando sus pequeños ojitos al hacerlo. Sus manitas de querubín se acercaron a mi frente lentamente. Todo se sentía como un déjà vu  . Su tacto frío me congeló de nuevo, y a pesar de que sentía alivio, también sentía dolor. Dolía, respirar dolía.

— ¿Qué es lo que quieres, mi niño? —preguntó.

— Quiero que me lleves contigo —respondí simple. Él deslizó su mano ahora hasta mi mejilla hirviendo.

— ¿Estás seguro?

Asentí. Él sonrió triste. 

"— ¿Por qué estás triste?, ¿Acaso no quieres que vaya contigo? —". Intenté preguntar, pero nada salió. Me sentía exhausto, él se había tardado en llegar.

Se acercó con lentitud, la determinación estaba impresa en cada facción de su precioso rostro. Observé su cara cada vez más cerca, hasta que simplemente me deje llevar y me abandoné en sus brazos. La brecha entre nosotros desapareció y pronto nuestros labios estaban firmemente unidos y bailando un dulce compás, encajando perfectamente. Si el primer beso se había sentido increíble, este se sentía mucho mejor. Y lo había extrañado tanto, tanto. Este beso fue diferente del primero; el cual solo había sido una breve y casta unión. En este, su lengua se enredó con la mía, su saliva se sintió un bálsamo relajante en mi reseca boca, como un calmante para mi dolor. La frialdad de sus labios pasó a los míos, y luego, se extendió por todo mi cuerpo, como una anestesia, una fría anestesia. Me sentí agradecido, no sólo porque estuviera besándome después de tantos días sin su compañía, sino, porque a medida que el beso se prolongaba, mi dolor y angustia disminuían. Cuando nos separamos, todo mi ser se sentía en una extraña paz; y entonces supe que eso era lo único que había estado necesitando desde su partida. Mi corazón empezó a latir más lento, y me di cuenta con algo de nostalgia y alivio mezclados entre sí de que este era el fin. Pero no tenía miedo, confiaba en él. En mi Jimin. Pues el chico lluvia siempre me hacía sentir mejor, siempre lo hacía.

Le miré a través de la bruma del sueño que poco a poco empezó a aparecer, la inconsciencia extendiéndose a través de mi visión como una gran telaraña negra. De pronto, las blancas paredes fueron sustituidas por las celestes de la habitación de mi casa rural nuevamente, estaba en casa de nuevo. Él chico lluvia me había hecho volver. Sonreí.

— Duerme —pidió, acariciando mi rostro con suavidad. Agradecí a la vida porque su rostro sería lo último que vería.

Y tal como aquella vez, me dejé abandonar por el sueño, confiado en que, cuando abriese los ojos de nuevo, el chico lluvia estaría allí.

Rain boy ↠ kookmin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora