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Ya no sentía dolor.

No veía alucinaciones, o enfermeras o doctores de nuevo.

Solo veía verdes prados y nubes blancas a mi alrededor.

Los grandes pastizales estaban llenos de personas, todos de diferentes edades, pero todos con apariencia infantil.

Vi mis manos, eran de querubín también.

 ¿Parecía un niño también yo?

Me sentía ligero, libre, eufórico. Al fin podía respirar libremente.

El chico lluvia estaba a mi lado.

— ¿Estoy en todas partes? —pregunté curioso, su fría mano sobre la mía. El rió, con esa melodiosa y dulce sonrisa que seguía contrastando con su gris apariencia.

— No, solo estás aquí.

— ¿Y dónde es aquí?

Donde reside la lluvia cuando no está cayendo —explicó—. Donde residen las almas desgraciadas que la lluvia cuida cuando no está cayendo.

Negué con la cabeza, completamente en desacuerdo con su explicación— Pero yo no soy un alma desgraciada, te tengo a ti.

El chico lluvia sólo me miró.

— Tienes razón, no lo eres. Solo eres mi Jeongguk después de todo —se levantó, sacudiendo su impermeable naranja de pasto— Iré a todas partes.

No dije nada. Había aprendido después de mucho que, nunca me dejaría acompañarle. Pero entonces, él extendió su mano hacia mi.

— ¿Quieres que vaya a todas partes contigo?

Negó— Jeongguk tonto. Quiero que estés conmigo, en todas y en ninguna parte. Quiero que estés conmigo para siempre.

Y nunca podría negarle nada al chico lluvia. No cuando era algo que yo también quería.

Rain boy ↠ kookmin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora