Su hermano solía decirle que tenía un enorme defecto.
Siempre se autosaboteaba por miedo.
Cuando algo la llenaba de incertidumbre terminaba por arrasar con todo a su paso así quedará destruida y desolada.
Cada que Ava se acercaba a una pizca de felicidad se llenaba de incertidumbre y se cuestionaba todas sus decisiones, se obligaba a buscar justificaciones negativas para el trato que otros tenían con ella; fue así cómo se encontró cometiendo error tras error arrastrando a Derek con ella.
Podía sentir la mirada llena de dolor y reproches proveniente del otro lado del lugar mientras Derek la abrazaba y besaba en la frente para después susurrarle palabras tiernas.
Y ella no pudo soportar seguir evitando la mirada color ámbar.
Su corazón se detuvo y sus ojos le picaron, incluso empuñó ambas manos a causa del hueco que le había provocado ganas de devolver lo que había ingerido.
Arnold la miraba con un profundo dolor y tristeza, su expresión era de total derrota.
No soportó la acusación, bajó la mirada y permitió que Derek la abrazara para que ella pudiera esconder el rostro en su pecho.
—¿Estás bien? —Su prometido le preguntó en un susurro levantado su rostro de manera delicada.
Ella asintió y limpió una lágrima.
—Abrumada —susurró.
Derek suspiró y la abrazó de nuevo.
—Lo prometo, Ava, dedicaré mi vida a que seas feliz.
Ella lo abrazó con fuerza, giró un poco la cabeza y alcanzó a ver a Sarah susurrarle algo a un Arnold que había empinado una botella de cerveza.
Él la seguía mirando, bajó la botella, le dio una mirada desafiante y tras susurrarle algo a Sarah, salió del establecimiento con ella.
Regresó su cabeza al pecho de Derek y lo abrazó más fuerte, por un momento creyó escucharlo y sentirlo suspirar profundamente, pero si era honesta, no le importaba.
Un vez más había arruinado todo a pesar de haber prometido lo contrario.
Horas antes
—Te amo.
Ava lo miró con lo que creyó ser sorpresa, su corazón apenas se estaba recuperando y al escuchar esas palabras se volvió a a acelerar al grado de dificultarle respirar.
—¿Qué? —susurró.
Arnold la miraba con absoluta adoración y entrega, la besó en los labios y juntó sus frentes.
—Lo siento, no debí...
—¿Me amas? ¿En serio me amas? —preguntó ella con la voz ahogada.
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Prohibido
RomanceElla le era prohibida, como la manzana que mordió Adán, como aquello santo que no se debe tocar. Pero la deseaba más que a la vida misma, y ella lo seducía. A una semana de su boda, todo se sale de control, la pasión los consume y caen en aquello qu...