Cinco

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Tres años atrás.

—Le dije a Arnold que me habías invitado a salir.

Volteó con sorpresa, Ava se había detenido pasos atrás y lo miraba con culpabilidad.

—¿Qué? —preguntó no creyendo haber escuchado bien.

Orbes verdes le veían con lágrimas, había empuñado las manos frente a ella y lo miraba con vergüenza.

—Pensé que haría algo, no sé, creí que así conseguiría una reacción positiva en él, una que no fuera pelear conmigo —susurró ella con la voz quebrada—. Pero, solo... Me dijo que estaba bien.

Derek suspiró y bajó la mirada, desde que Ava entró a su vida con una enorme sonrisa, se pudo dar cuenta que él solo había sido el medio para llegar a su mejor amigo.

Algo a lo que no le dio importancia, porque sinceramente estaba concentrado en tratar de salir de la friendzone.

—Pero lo arreglaré, mañana le diré que no es cierto, aunque eso. —La vio cerrar los ojos y empuñar las manos—. Aunque eso provoque un distanciamiento.

Derek la observó por unos segundos, estaban en medio de uno de los jardines del campus, iban en dirección a su dormitorio, por un momento la pudo vislumbrar como una niña pequeña que se encontraba totalmente perdida y asustada.

—No te preocupes —dijo encogiéndose de hombros, ella lo vio con sorpresa, incluso su boca formó una "o"—. Dejémos que pase una semana y decimos que no funcionó, nadie lo sabrá solo tú y yo.

Los ojos de Ava lo miraron con incertidumbre, al momento no entendió porqué el asunto le causaba tanto desconcierto y preocupación, pero cuando corrió a sus brazos y lo abrazó, entendió que ella usaba una fachada de ligereza y felicidad para ocultar la inseguridad que la carcomía por dentro.

Y en realidad, no pensó que esa decisión pudiera afectar sus vidas, solo era pretender una semana y luego seguirían como si nada.

Qué equivocado estaba.

Qué equivocado estaba

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Presente

La pequeña luz que destellaba cada dos segundos en su celular se había convertido en su torturador personal.

Ava se había quedado dormida aferrada a su camisa, así que no había manera de que pudiera revisar.

Suspiró y cerró los ojos, tal vez era lo mejor, seguramente esa era la señal que el universo le daba de que debía parar.

Errores, cientos de ellos lo habían llevado a estar a menos de doce horas de casarse con alguien que consideraba amiga y no pareja.

El día que Ava le confesó lo que había hecho para despertar o investigar el interés que Arnold tenía por ella, ciertamente no le dio mucha importancia.

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