La semana fue pasando y Tom jamás había estado tan serio en toda su vida. Ni un solo movimiento era realizado a la ligera, todas sus acciones eran previamente calculadas. Nada lo iba separar de su destino. Finalmente, luego de que pasara esa interminable semana, llegó el día de la verdad. El día antes del viaje. La agenda de hoy tenía únicamente dos eventos. El primero, visitar galería jardín en búsqueda del preciado objeto en el cual Tom había estado pensando toda la semana. Y segundo, la última visita a Mica.
Tom se levantó lo mas temprano posible, incluso antes de que amanezca. Tenía muy en mente lo que iba a buscar a la galería, y deseaba hacerlo lo mas rápido posible para poder pasar con Mica todo el tiempo restante, todo el que se pudiera. Se dirigió al baño y se arregló completamente. Se cepilló los dientes, se afeitó, se arregló el pelo y finalmente se perfumó.
- Quiero estar perfecto para mi cita - Se dijo sonriendo al espejo
Luego se dirigió a la habitación, buscó la ropa que mas le gustaba y se puso el traje protector encima. Tomó su mochila y dentro puso dos latas de cerveza, sus preferidas, un mazo de cartas, una batería portatil cargada, su celular, y unas galletitas. También tomó su ukelele y se lo puso al hombro. Finalmente enganchó a Finn a la mochila y esperó observando por la ventana a que el sol asomara. Cuando se empezó a aclarar el día, Tom salió de su departamento lo más rápido posible. El plan era pasar por la galería, buscar el objeto y de ahí pasar el resto del día en la plaza San Martín.
Caminó las cortas cuadras que parecieron una eternidad hasta la galería y se paró delante de la puerta. La galería jardín es una manzana abierta en el centro, sin techar , por lo tanto permite la entrada de luz solar y así haciendo que sea factible su tránsito, sino sería como entrar a un matadero. Entró a la galería, y notó que habían un par de sectores en los cuales no entraba la suficiente luz, por lo tanto los evitaría para llevarse algún mal trago posible. caminó por los locales del centro en busca de su tan esperado objeto. Revisó un par de vidrieras sin éxito hasta que de pronto lo vió. Ahí estaba, era un parlante JBL Xtreme portátil que con su padre siempre habían querido comprar, pero debido a su alto precio jamás lo habían hecho. Tom entró al local lo mas cuidadosamente posible y buscó la caja. Cuando finalmente la encontró, la abrió para revisar que el aparato esté dentro y lo puso en la mochila. Salió del local y se dispuso a irse de la galería, pero algo mas llamo su atención. Pudo ver que en el segundo piso un local tenía en la vidriera un procesador de última generación, los cuales costaban muchos miles de pesos, y apenas habían entrado al país antes del ataque. Realmente a Tom no le servía de nada, ya que sin una computadora sería inservible, pero al haber estudiado informática, le daba pena dejar semejante obra de ingeniería y tantos años de desarrollo para ser tirados a la basura. Así que sin casi dudarlo enfiló hacia las escaleras mecánicas y se puso a subir al segundo piso.
- Ojalá anduvieran Finn, las escaleras nunca fueron mi punto fuerte - Se dijo Tom
Llegó al local y contempló la vidriera como si fuera un niño pequeño. Cuando salió de su estado de asombro se dispuso a entrar al local, pero se encontraba cerrado. Iba a tener que romper el vidrio, pero no quería hacer ruido. Sin embargo, sería un pecado dejar aquel procesador ahí. Luego de pensarlo por un par de segundos Tom tomó su hacha y arremetió con el lado de atrás al vidrio. Nada. Apenas un rasguño. Se dispuso a pegarle nuevamente en el mismo lugar, pero esta vez con mas fuerza. Sin embargo el resultado fue el mismo. Debía ser uno de esos vidrios Blindex. No se iba a dar por vencido, así que siguió por un minuto mas pegándole al vidrio hasta que por fin una pequeña grieta apareció en el vidrio. Le propinó un golpe mas fuerte a los anteriores y el vidrio se astilló casi completamente. Tomó al vidrio del agujero y arrancó un buen pedazo, para poder tomar su trofeo.
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La Promesa
AdventureBuenos Aires, Argentina. Luego del ataque químico, Tomás se encuentra solo en el corazón de la ciudad. O al menos no tan solo, aunque, teniendo en cuenta la compañia con la cual cuenta por las noches, cualquiera desearía estar solo. El tiempo pasa...