CAPITULO: 8 ME RINDO (NARRA ARIN)

177 21 15
                                    


-¿Qué tal tu día amor?- preguntó mamá mientras entraba a casa.

-Como si me hubieran dado una patada en el culo mamá- respondí mientras me quitaba la corbata y la lazaba sin pudor a los muebles.

-Ya te eh dicho Arin que no me gusta ese tono al hablar- renegó enojaba- Cariño, ya no eres un adolecente, eres ahora un empresario calificado, no debes de andar por ahí diciendo tales cosas- se acercó a mi sobando mi hombro.

-No estoy de ánimos para una de tus charlas mamá –le sonreí con mis labios cerrados –Debo irme a dar una ducha, tanto enojo recargado me va a matar.

-Tranquilo amor, si entiendo a quién te refieres –me miró con tristeza – Las cosas no van bien con Jania ¿Cierto?-preguntó curiosa.

Me desplomé en el mueble cansado, colocando mi cabeza en el respaldar de este, cerrando mis ojos y soltando un gran suspiro.

Jania.

El estúpido nombre, de la estúpida chica que no se ha escapado de mi estúpida cabeza en ningún estúpido segundo, recordarla ahí asustada por los vidrios quebrados, enojada por lo que hablamos, recordar sus pestañas mojadas porque la hice llorar, todos y cada uno de esos momentos hicieron que aquellos recuerdos del baúl que tanto guardé en mi interior salieran a flote.

Aún recuerdo la primera noche que me conoció, cuando la llevé a mi lugar favorito, cuando nos besamos, cuando salíamos, cuando peleábamos, cuando nuestros hermanos se conocieron, todos los recuerdos han estado impacientándome por horas.

Hoy cuando mis hermanos se fueron con ella, me picaban los pies por seguirlos y saber de qué hablarían, desde mi oficina podía escuchar sus risas y cada vez me impacientaba más el hecho que con ellos podría reírse con tal facilidad, mientras que conmigo solo era llanto y dolor.

-Van muy mal mamá, ella no se da cuenta del dolor que me causa tenerla cerca –respondí con dolor en cada una de mis palabras.

Sentí un peso a mi lado, sabía que mi madre se había sentado a mi lado, sobando mi muslo.

-Tú lo decidiste así amor –me habló suave.

Sentía como mis ojos se llenaban de lágrimas, todo el dolor que me había guardado por tantos años sabía que por fin saldrían a la luz.

-Si mamá, lose, se lo idiota que he sido, sé que le he hecho daño, sé que la hice sufrir – abrí mis ojos para mirar los de ella -¿Pero y yo? Yo también he sufrido, yo confié en ella, nunca en mi vida creí amar a alguien al grado que lo hice y lo hago con ella ¿Y que recibí a cambio? –me señalé el pecho, no me fue sorpresa cuando sentí como una lágrima corría por mi mejilla, no hizo falta quitármela, luego de esa vino otra más y así sucesivamente – Recibí dolor, desprecio, frialdad –Mi voz se quebró y tuve que callar para no tomar un respiro –Me siento solo mamá, siento que ya no puedo más.

-La soledad no significa estar solo, significa estar vacío –hablo mamá cabizbaja.

-Entonces me siento vacío –respondí alzando un poco el tono – Me preocupé tanto porque ella esté bien, que se me olvidó estar bien yo –suspiré con cansancio – Ya no me entiendo mamá, no soy el mismo, creí que luego de tantos años, las cosas cambiarían, pero veo que no, siento que me desvanezco si ella no está, y cuando me sonríe –puse mi manos en mi rostro con exageración- ¡DIOS! Cuando me sonríe juro que me alegra la vida o me la desordena, nose – tire el cojín del mueble con fuerza y solté otro suspiro- Pero ya no puedo seguir atrás de alguien que me hizo tanto daño en su momento.

-Suena a orgullo hijo mío.

-Parece orgullo, pero es dignidad mamá, ya no quiero seguirla perdiendo –respondí mirando a la nada.

COMO ALMAS GEMELAS NP2  #WATTYS2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora