Las conjeturas
Tenía el número de teléfono de Luca. En mi vida había imaginado que podría tener algo así y enviarle mensajes como si nada, a cualquier hora. El viernes nos texteamos hasta la madrugada, hasta que me quedé dormida con el teléfono en la cara.
Hablamos sobre un montón de cosas, sobre anécdotas que recordábamos de años anteriores, sobre las metidas de pata de Alan que yo me acordaba de niña y luego de mí. Él quería saber como lo llevaba, si me sentía bien.
Era extraño hablar con Luca de esa manera después de habernos besado como nos habíamos besado, con tanta intensidad y tensión de por medio. Por mensajes, él no coqueteaba ni hacia chistes sobre el asunto. Parecíamos simplemente amigos e igual eso me gustaba.
Cuando me levanté, mamá sonreía y me invitó con ella a comprar ropa. Le había dicho que había perdido mi chaqueta de cuero y como ella me notaba mejor, más feliz, decidió que podíamos intentar conseguir una, aunque sea de cuero ecológico, que eran más baratas. Era una excusa para pasar tiempo juntas como hacia meses.
La pasamos muy bien y aunque ella insistió en que comprara una chaqueta de color rosa viejo, preciosa, preferí quedarme con la negra de estilo roquero que iba mucho mejor con la Serena que necesitaba verse mayor en las noches. Luego, me arrastró a una sala de cine y vimos una película de Avengers incluso sin haber visto las anteriores. La disfruté y durante la función, en algunos momentos, observé sus habilidades con ojo crítico, teniendo en cuenta las mías.
Salí de allí con ganas de debatirlo con alguien y, por supuesto, Luca era mi única opción. Saqué el celular durante el regreso a casa, mientras mamá conducía y hablaba sobre lo poco que había entendido de la película, y le envié un mensaje.
Me acordé repentinamente de ella y su desagradable actuar en Gimnasia. Había estado bloqueando ese recuerdo durante esos días para centrarme en lo feliz que Luca me hacía. Arrugué la nariz y tecleé con velocidad.
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Suspiros Robados (Libro 1) [Disponible en librerías]
ParanormalTodos tenemos una prueba que cumplir. El primer paso es descubrirla. Serena creyó que había perdido todo, pero recibió una segunda oportunidad. Aunque a veces, un obsequio puede ser una maldición. Serena sabe que murió. Recuerda el frío del cuchillo...