La habitación de cristal | RAGONEY

Capítulo 1: No te muevas

—Raoul, voy un momento a por algo de beber. No te muevas.

Noté de repente una gran tensión en el ambiente. Mi madre me había dicho que se iba, pero yo seguía notando su presencia. En ese momento, comencé a escuchar cómo lloraba. Claro, me había dicho que no me moviera, pero ¿a dónde iba a ir si no me podía mover?

—Lo siento mucho, hijo. Es la costumbre —logró decir entre sollozos—. Todavía no me he acostumbrado a que... —Su voz cesó. Volví a escuchar sus llantos.

No podía aguantar esas lágrimas. Aunque no las viera, las sentía. Sentía cómo caían, cómo humedecían el suelo de la estancia. Si pudiera mover un solo dedo para hacerle saber que estoy bien... Pero no, no funciona.

La verdad es que lo ha pasado muy mal durante estos meses. Y todo por mi culpa. Durante estos meses, mi madre ha venido a visitarme todos los días, casi no sale del hospital. Me siento fatal por mi hermana, Alba, que solo tiene 12 años. La pobre no puede disfrutar de nadie de su familia. Ni de su hermano, ya que estoy en coma. Ni de su madre, que está aquí cuidándome. Ni de su padre, que... Bueno, ni de su padre.

—Buenos días, ¿qué tal ha pasado la no...? ¡Uy! ¿Qué pasa?

—Nada —contestó mi madre entre lágrimas—. Todo bien.

—Ven aquí.

Todxs lxs medicxs y enfermerxs sabían de nuestra situación y siempre se pasaban para ver cómo íbamos. La mayoría de los días pillaban a mi madre en pleno llanto. Ella lo intentaba disimular mostrando una gran sonrisa. Grande y falsa. No los podía ver, pero estoy seguro de que sus ojos solo reflejaban tristeza. En momentos como este me planteo si hice bien en hacer lo que hice. ¿Hice bien? Quizá no debería haberlo hecho. Nunca lo sabremos, aunque yo siento una pena que no puedo quitarme del alma. Si pudiera simplemente hacerle saber que estoy bien. Que cuide de Alba como es debido, que la necesita. No sé, no sé qué hacer. En realidad, da igual lo que quiera hacer, no puedo. No me puedo mover.