Desde que habíamos tenido aquel encuentro en el servicio, había reparado en su presencia en diversas ocasiones, pero él no se daba cuenta nunca de que yo estaba allí.
Por lo que había observado, era un chico divertido, popular y gran amigo de sus amigxs. No lograba comprender qué le había pasado aquel día hasta que lo vi con mis propios ojos.
—¡Eh, tú! —le dijo un chico enorme mientras se aproximaba a él.
En ese momento, todxs lxs amigxs que estaban con él se esfumaron. Desaparecieron como hojas movidas por el viento. Se quedó solo ante aquel chico que le sacaba por lo menos dos cabezas. El chico tímido que había conocido en el servicio estaba inmóvil. No reaccionaba.
—¡Tú! ¿No me has oído? Salúdame al menos, amigo.
«¿Amigo? Tiene pinta de todo menos de amigo».
—Hola —contestó con voz rota.
—Así me gusta. Bueno, ¿qué? ¿Dónde está el dinero de mi comida?
Se estaba metiendo con él y todxs sus amigxs se habían ido y lo habían dejado allí indefenso. No me lo podía creer. Había bajado la cabeza, no se atrevía a mirarle a la cara.
—¿Y bien? ¿Me lo das o lo voy a tener que coger por la fuerza?
—Quien te va a dar algo soy yo, pero no va a ser dinero —le grité desde mi posición.
—¿Y tú quién eres? Métete en tus asuntos.
—Eso estoy haciendo. ¡Fuera de aquí! —dije mientras me acercaba.
—¿Qué ven mis ojos? ¿Vienes a defender a este canario de mierda? ¿Pero tú has visto cómo habla? Que se vuelva a esas islas perdidas de América.
Tras esto, no pude evitar una pequeña risa. A mi pobre amigo, del que aún no sabía el nombre, también se le escapó una pequeña sonrisa. Esto me alivió un poco, la verdad.
—¿Y ahora de qué te ríes? ¿Quieres que te parta la cara a ti también?
—Nada. Solo dos cosas. He oído cómo habla y me parece precioso. Esas eses —comenté mientras miraba al canario con una sonrisa—. Y, bueno, Canarias no está en América. Veo que la geografía la llevas bastante mal.
El grandullón se quedó sin saber qué decir. Se notaba la impotencia en sus ojos. Su mirada saltaba de mí al canario y del canario a mí.
—Esto no quedará así —soltó antes de darse la vuelta para marcharse.
—¡Cuando te aprendas el mapa, nos vemos por Canarias! —le dije mientras se alejaba.
Entonces, miré al chico al que había ayudado. Me estaba mirando ojiplático, no se creía lo que acababa de suceder.
—¿Estás bien?
—Sí, muchas gracias —me dijo con ese acento tan bonito y esos preciosos ojos oscuros clavados en los míos.
—Ya ves —contesté con una sonrisa—. Por cierto, soy Raoul.
—Agoney.
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La habitación de cristal | RAGONEY
FanfictionHubo un accidente. ¿Qué pasó con Raoul? Está en coma. ¿Qué paso con Agoney? Buena pregunta.