Dulzura.

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Después de un par de días de la recuperación de Charles se hace el funeral del bebé.

Es el último día de la primavera y a Charles le parece tan poética la despedida de su hijo con el último respiro del perfume de las flores. Las rosas más frescas serán solo para él y la luz de las luciérnagas lo guiará a la paz infinita.

Los vestidos negros no concuerdan con la felicidad del día pero es indiscutible que todos se sienten diferentes cuando las nubes apañan el dolor del funeral y las flores que se dejan en el pequeño ataúd del bebé son las más hermosas y las más dulces.

Charles promete no llorar en un día tan hermoso pero el dolor continúa ahí, y las lágrimas comienzan a rodar en sus mejillas rojas; haciendo lucir sus ojos como un par de bolas de cristal con estrellas color azul aunque el medio velo en su cara hace lucir su tristeza dd la forma más privada posible.

Erik por su parte, se mantuvo siempre al lado de Charles, luciendo un traje completo en color azabache y con unas brillantes medallas adornadas su pecho. Erik tiene una cara seria pero no se puede negar que él sufre al igual que Charles o incluso peor pero mantiene los sentimientos a flor de piel y deja que Charles se desahogue de una forma más personal. Algo que a Charles le parece tan amable y agradece tomando la mano de Erik entre las suyas y entrelazando sus dedos en un agarre fuerte y temeroso.

El ataúd es tan pequeño y frívolo que para los ojos de Charles parece pobre a pesar de ser hecho con la madera más cara y el oro abunda en los pequeños detalles.

Los pocos que acuden a la despedida ya han terminado de decir su adiós y la carroza que llevará el ataúd a su último destino ya ha llegado. Esperando con paciencia su turno en ese velorio.

Charles se acerca para dejar su última rosa blanca y dar un último beso. Es una escena que resulta tan dolorosa, y que quedará en el recuerdo a pesar de que muchos deseen lo contrario.

Erik carga el ataúd en sus hombros y lo sube a la carroza y cuando está se pone en marcha. Todos se quedan mirando como el polvo revolotea entre sus ruedas, todos menos Charles, quién decide avanzar hacía el castillo y quedarse un momento a solas.

Los tonos agridulces del salón lo ayudan a tratar el espiral de la tristeza, algo que solo logra estando solo hasta que las puertas se abren y él tiene que ir junto con Erik, tomando la compostura más fuerte que tiene y que Erik le ayuda a mantener. No por nada son esposos. 

Erik y Charles se acurrucaron en un castaño fuera del castillo y en donde no pudieran encontrarlos

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Erik y Charles se acurrucaron en un castaño fuera del castillo y en donde no pudieran encontrarlos. Aún visten sus pesados vestidos negros.

Erik fue el primero en quitarse su casaca negra y su chaleco decorados con escudos brillantes. Charles por su parte sólo se quito el gran velo que cubría su cara y los guantes de lino que guardaban sus manos.

Ambos miran el atardecer y sonoro canto de los animales. Es un descanso que ambos toman por salud y por ayuda.

Charles acaricia el cabello de Erik mientras que la madera del castaño cruje con calma.
Ambos han permanecido en silencio y Charles lo corrompe con suavidad.

Sangre y Orgullo.//CHERIK//En Emisión//Editando.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora