Niños Perdidos

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Su cuerpo golpeó el suelo.

No se dio cuenta de cuando perdió el conocimiento, aunque seguramente fue tras salir volando desde su ventana, literalmente.
Abrió los ojos y sólo vio una cosa: árboles. Una gran extensión de árboles se abría paso hacia el cielo, que apenas se veía. Bajo su cuerpo solo había hojas secas que crujían levemente al moverse.
Solo había eso. Ni rastro de la sombra.
Estaba perdida.
Pensó en su familia y sus ojos se aguaron sin poder evitarlo. Sus hermanos. Al menos el hecho de que se había sacrificado por ellos la reconfortaba.
Pegó su espalda contra el tronco de un árbol y alzó las rodillas abrazándolas con sus brazos, escondiendo su rostro entre ellas.
Pasaron horas y ella permanecía en la misma posición. Aunque el bosque de por sí era oscuro ya que apenas la luz llegaba a través de las hojas, pudo darse cuenta de que comenzaba a anochecer. Ella nunca había estado en un bosque, y mucho menos sola.
Comenzaba a hacer frío, su largo camisón blanco apenas abrigaba y no paraba de tiritar. Seguía en la misma posición de hace horas, cada vez abrazándose con más fuerza debido al frío y al miedo. El miedo a lo desconocido.
Pronto escucho unas pisadas a la vez que las hojas crujían. Unas pisadas acompañadas de risas. ¿Vendrían a ayudarla? ¿O todo lo contrario?
No sabía que hacer, solo cerró los ojos con fuerza y se abrazó aún más a sí misma, esperando lo que sea que estaba por llegar.


La luz de las antorchas abrían paso por la oscuridad del denso bosque.
Un nuevo niño había llegado a la isla de Nunca Jamás, y pronto iba a ser recibido por los Niños Perdidos.
Las risas cesaron al ver a una figura en posición fetal cubierta por una larga cabellera rubia y rizada, y un camisón blanco lleno de suciedad.

"Es.. ¿una chica?" Susurró uno de los Niños Perdidos, atónito. Algunos de ellos nunca habían visto a una chica en sus vidas, aunque las chicas compartían cierta similitud con las sirenas y hadas de la isla, eso sí.

Uno de ellos paró en seco, haciendo una señal con sus brazos a los demás para que parasen.

Wendy alzó su rostro de entre sus rodillas y observó con sus curiosos ojos azules a los Niños Perdidos delante de ella. No habló, simplemente los observó sin moverse un centímetro.
Uno de los chicos se acercó lentamente, y la miró detenidamente.

"¡¿Dónde estás?!" Gritó girándose hacia todos lados de repente, lo que sobresaltó a Wendy. Entonces apareció. La sombra. Esta voló lentamente y se colocó entre Wendy y el chico.

"Has traído... a una chica a la isla. ¡Sabes que sólo debes traer a chicos!" dijo con tono molesto, con la respiración agitada. La sombra simplemente lo observó un rato, y luego a la chica, para después perderse en el cielo.

El chico suspiró enfadado y se acercó a Wendy lentamente.

"Me pregunto qué puedo hacer contigo" Su tono de voz había cambiado, ahora una sonrisa malévola adornaba su rostro. Se agachó junto a Wendy y se puso de cuclillas, observándola con una sonrisa. Wendy permanecía callada, sin apartarle la mirada a esos ojos verde esmeralda.

"¿Quién eres?" Susurró curiosa y temerosa de manera que solo el chico agachado frente a ella pudo escucharla.

"¡Qué maleducado de mi parte!" Soltó una carcajada y sonrió con picardía mostrando su hilera de dientes.
"Yo.. soy Peter. Peter Pan"

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⏰ Última actualización: Jun 18, 2018 ⏰

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