Nos habíamos puesto en camino, hablando sobre nosotros, pero sin mencionar lo ocurrido en mi habitación. Debíamos de llevar unos veinte minutos andando cuando Ángel me empujó hacia un estrecho callejón.
Me puso de espaldas a la pared, de manera que él y yo quedamos cara a cara, él sujetándome los brazos contra la pared. Comenzó a besarme en la boca, bajando lentamente por el cuello. De repente, me soltó; pero yo no tenía intención de detenerlo, así que siguió con su lengua el recorrido de mi cuello. De pronto, se separó de mi cuello, y me quitó la camiseta, para luego continuar con el recorrido, esta vez, hasta mis pezones. Se puso a jugar con uno de ellos, besándolo, mordiéndolo. Empezaba a sentir como mi pene se volvía más y más erecto. Siguió besando mi cuerpo hacia abajo, pasando por los abdominales hasta el ombligo. Ahí se paró. Sonaba mi móvil. Yo, con la emoción, no me había ni enterado.
Cogí mi móvil y era Jess. Tenía el móvil petado de WAs de Jess. Entonces me di cuenta de la hora que era, habíamos pasado 15 minutos allí. Así que nos fuímos de allí, sin decir ni una sola palabra de lo ocurrido, pero ambos con un calentón tremedo. Yo le mandé un WA a Jess diciéndole que ya estábamos de camino.
Poco antes de llegar Ángel empezó a decir que me quería, que no le importaba que yo tuviese dos años menos, yo no sabía que hacer, parecía nervioso, así que decidí darle un abrazo, que acabó convirtiéndose en un cálido y largo beso. Pero teníamos prisa, así que no fue tan largo como me hubiese gustado.
Habíamos llegado al principio del bosque, y después de unos cinco minutos andando, llegamos a una especie de playa escodida detras de una maleza gigantesca.
Ese sitio era especial para mí, lo había encontrado huyendo de los matones y desde entonces es mi refugio, a donde me gusta ir cuando quiero estar solo, aunque tambien se había convertido en el punto de encuentro con Jess, ya que, hasta aquel día, solo se lo había enseñado a ella.
Vimos a Jess tumbada, aprovechando los últimos días de verano al sol.
Le grité para que me hiciese caso, pero no había remedio, llevaba los cascos y no me escuchaba.
Nos acercamos a ella y de repente Ángel dejó de andar, quedándose inmovil mirando con una cara de disgusto hacia Jess.
Entonces Jess nos vió, y cuando se levantó y vió a Ángel, se quedó con la misma cara de asombro y disgusto a la vez..
Yo hasta aquel entonces no lo sabía, pero ellos dos ya se conocían.