Prefacio

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Hacía algún tiempo, mi padre fue transferido a un pueblo pequeño, en la zona costera del país, un pequeño pueblo donde lo más divertido era embriagarse y no recordar nada al día siguiente. Las cosas no jnos habían salido bien, y antes de perderlo todo, mis padres decidieron comenzar una nueva vida aquí, donde no conocían a nadie y lejos de cualquier contacto familiar existente. La zona era tranquila, el mar era el testigo de todo  y las estrellas, sus fieles cómplices.

Después de tanto tiempo viviendo aquí, aun extrañaba el ruido, los vecinos fisgones y el desorden de la ciudad, no lo podía negar. Era extraño, pues a cualquiera de encantaría vivir aquí, donde el único ruido que se escuchaba es el de las olas chocar con las rocas, pero  cada partícula de mi ser, contaba las puestas sol, esperando llegar el día en que me tenga que ir. Siempre me encontraba aquí, en medio de las rocas esperando la puesta sol, viendo como la noche ganaba la lucha entre el día y el valeroso sol.  Una  vez que la luna hizo su aparición, tome mis zapatillas y alce vuelo a casa, otra vez a la misma casa, a los mismos rostros y la misma vida.

Las playas siempre estaban llenas por estas fechas, gente que venía a vacacionar desde otras zonas cercanas, invadían con carpas todos los alrededores del puerto. Como pude pase entre ellas, recibiendo algunas insinuaciones de parte de algunos. No me molestaba la gente ni el ruido pero, de cierta forma sentía que no pertenecía a la tranquilidad de este pueblo.

Love MazeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora