Capítulo 4

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Era imposible, sí.

Lo había dicho Anna.

¿Qué mierda podrían hacer por estos lugares?

Una vez que Anna cerró la puerta tras de sí, de un saltó llegué al escritorio y busque en medio de la pila de ropa, mi vieja laptop. En medio de medias y ropa que tenía por lavar, la encontré. En medio de la tapa  la sonrisa del señor Gerard Way se burlaba de mí.

Impaciente la abrí y busqué alguna referencia. Quizá había alguien muy parecido a él, era imposible. No había posibilidad. Yo ni siquiera sabía que rayos significada BTS, ¿ETS?

El buscador me lanzó un sin número de links, abrí cinco de ellos y por ultimo un video aleatorio. Le di play y al parecer se trataba de una presentación en un festival reconocido. Maldecí cuando el anuncio del acondicionar tardó 10segundos en desaparecer.

Un recuento de momentos importantes daba inicio y las letras blancas de The second chapter parecían anunciar algo diferente. En cada segundo de avance mis ojos parecían agrandarse mucho más de lo que alguna vez lo hicieron.

La entraba de un muchacho con lentes oscuros y cabello revuelto hizo que de un sobresalto. No, ese no era él. Le siguió uno rubio, ambos usaban una bata brillante, parecían las de un proxeneta. Ese tampoco era él, solté un suspiro de alivio y cerré los ojos; de hecho había estado muy de moda pintarse el cabello de rojo últimamente.

I love, I love, I love myself

I love, I love, I love myself

I love, I love, I love myself

Estaba por cerrar la tapa pero una melena roja y muy sobresaltada me detuvo. Estaba usando un traje negro y una bata de proxeneta verde. Aun así, se veía guapo.

Tenía un micrófono en las manos y lo único que podía entender de todo, fue lo que repitió una y otra vez.

I love, I love, I love myself.

Todo se oscureció y de pronto, seis hombres más estuvieron a su alrededor, una canción extraña comenzó a sonar y él chico no-suicida se posicionaba en medio, cantando y bailando a la sincronía de los demás. Uno era más guapo que él otro pero mis ojos no podían despegar la mirada de sus cabellos rojizos y sus increíbles movimientos.

- Oh mierda. – Fue lo único que pudo salir de mis labios.

Todos los miembros utilizaban el mismo traje negro y camisa blanca pero, a ninguno de los 6 le quedaba tan impecable como a él.

- Quizá no haya muchos chicos con cabellos tan rojos como el tuyo.

Apagué las luces y me lleve la laptop al viejo sillón que tenía en el balcón de mi habitación, aquí nadie me escucharía maldecir. Me acurruqué en una manta y abrí cada uno de los videos que el buscador me permitió.

En cada canción, cada presentación, cada entrevista; lo único que mis ojos hacían era buscarlo y seguirlo a donde se moviera. No recordé la hora que marcaba el reloj la última vez que le eché un vistazo pero el primer gallo ya se había anunciado.



- ¡April! ¡April! Se hace tarde ya.

Mi madre gritaba cada vez más fuerte, a tientas abrí los ojos y el resplandor matutino me generó un leve mareo. Al parecer se me estaba haciendo una costumbre despertar a la intemperie. Busqué la laptop a mis lados y maldecí por milésima vez al encontrarla tirada en el suelo, gracias.

Me puse lo primero que encontré en el closet, un par de zapatillas y busqué mi bolso entre el desorden. Mi corazón se detuvo cuando el saco negro apareció frente a mí, colgado de la puerta del armario tan despreocupadamente. Lo tomé y lo escondí como pude dentro de mi bolso.

- Buenos días a todos. – Dije y tomé un pan caliente de la mesa. – Ya me voy.

- ¿A qué hora volviste? – Preguntó mi madre antes que pudiera a travesar la puerta.

- Nunca me fui, dormí en el sillón. – Rodé los ojos y miré a Anna en busca de ayuda.

- Lo confirmo. – Dijo ella.

- ¿Volverás?

- Lo dudo

- Puedes tomar un poco de dinero de la caja de galletas, por si necesitas algo.

- Bha mamá, a penas y nos alcanza para la factura de los servicios

Me acerqué a ella y en un vago intento de no mirarla demasiado, le deposité un beso en la cabeza.

- Estaré bien. – Susurré.

Caminé lo más rápido posible hasta la estación de buses, era bastante tarde pero si encontraba un bus listo podría llegar a la primera clase. Compré un ticket y me subí al último bus de la mañana, estaba repleto, pude reconocer el rostro de casi todos.

Me senté en una de los cinco asientos de la última fila y recosté mi cabeza contra el vidrio. Me puse los audífonos y busqué un playlist de los BiTiEs; sonreí al percatarme que la única voz que podía reconocer era la del chico pelirrojo.

- ¿Desde cuándo escuchas eso?

El teléfono se me cayó de las manos cuando la voz de Ryle me sobresaltó.

- Yo... uhmm... desde ahora... creo. - Titubee.

- Lo que pueden ocasionar unas vacaciones. – Dijo y se tapó los ojos con unos lentes oscuros. – Desapareciste el otro día eh.

- Mi mamá me llamó y tuve que volver. – Mentí.

- Intentaré creerlo.

El viaje fue bastante tranquilo al lado de Ryle, a pesar que sabía que le estaba mintiendo y que muy probablemente no iba a responder a ninguna de sus preguntas, no insistió más y se durmió en uno de mis hombros.

- Supongo que te veo por ahí.- Dijo mientras me tendía mi bolso.

- No creo que tengas tanta suerte.

Le di una sonrisa sincera y volviendo a colocarme los audífonos me encaminé a mi dormitorio, de todas formas ya había perdido la primera clase. Le di play a una de sus canciones en solo e intenté tararear las partes en inglés; era mucho mejor poder escucharlo solo a él. Me prometí falsamente que este iba a ser el único día en el que me permitía esta blasfemia a mis principios musicales.

Tomé mis llaves y aún concentrada en la música dejé mi bolso en el suelo y me tiré en la pequeña cama.

- Así que escuchas mi música.

Solté un grito al verlo cerrar la puerta tras de si. 

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⏰ Última actualización: Nov 05, 2020 ⏰

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