Era otro día, un día como cualquiera, otro maldito día en él que tengo que estudiar, como si realmente importara. Supuestamente hoy comenzaba una nueva vida... En un nuevo lugar... Pero la verdad es que nada a cambiado en mi miserable vida. Termine acostumbrada a la soledad, mi vida solo giraba entorno a ella, las personas son una porquería, eran unos traidores, una vez que conseguían lo que querían simplemente te dejaban.
"Los amigos solo son unos hipócritas disfrazados con estúpidas sonrisas que aprovechan tu debilidad" - Me dijo mi padre, quizá siendo el único buen consejo que me dio, por no decir el único.
La debilidad de una pequeña niña que sufre por la indiferencia de sus padres, quienes hasta el día de hoy parecen haberse olvidado por completo de la existencia de su hija y solo complacen todo lo que les pida pensando que así compensarían su falta de amor.
Estaba caminado, escuchando música, las calles estaban desoladas, solo estábamos yo y mis pensamientos, hasta que sin darme cuenta termine en el piso por chocar contra algo, aunque después de escuchar un quejido de su parte me di cuenta que era una persona.
- ¡Acaso no tienes ojos! - dije levantándome del piso y sacudiendo el polvo.
- ¡Perdóname! - dijo ese ser.
- ¡Ash! solo haste a un lado - dije dejando a esa persona inmóvil.
Logre llegar al colegio. Me detuve un momento frente a este y lo observe, este lugar seria mi pequeña distracción diaria, entre y me dirigí a mi salón, cuando llegue todos dirigieron sus miradas a mi, la profesora estaba ahí parada frente a ellos y me hizo una seña para que entrara, así lo hice y entonces ella me presento.
- Alumnos, tienen una nueva compañera este año, ella se llama Hasel, viene de Estados Unidos, espero que sean amables con ella y la ayuden a adaptarse - dijo sonriendo.
- Hola a todos soy Hasel, espero llevarme bien con todos - siempre y cuando no me hablen, pensé - gracias - hice una reverencia.
- Bien señorita Hasel tome asiento en la carpeta vacía que esta en el fondo.
- Esta bien - dije y me dirigí al sitio que la profesora dijo.
Tuve suerte, no me toco compartir asiento con alguien hubiera sido tan aburrido, por que de seguro esa persona hubiese intentado ser amable, solo para quedar bien. Las clases parecían durar una eternidad, en lo único que pensaba era en irme de una vez, hasta que por fin mis deseos se hicieron realidad y las clases terminaron. Comencé a recoger mis cosas, cuando acabe me dirigí a la puerta pero alguien se puso en mi camino y me hablo.
- Hola Hasel - dijo sonriendo - soy Lisa, quería saber si quisieras venir con nosotras - señalo a sus amigas - a comer un helado.
- No gracias, me esperan en casa - dije sin mirarla
- Pero... - la interrumpí.
- ¡Adiós! - dije poniéndome los auriculares y pasando de largo.
Regresaba a casa, sabia que no me esperaba nadie pero no me interesa hacer ninguna amiga, así que solo llegaría a cocinar algo y a ver cualquier película.
Así pasaron los días, sin darme cuenta paso exactamente una semana teniendo esa rutina. Ya era lunes, primer día de la segunda semana, cuando llegue había un gran alboroto, las chicas gritaban yo solo pase de largo no me interesaba en absoluto lo que sea que este pasando, además sus gritos ya me estaban irritando. De la nada todo el alboroto paro y empezaron a ir a los salones, estaba por llegar a mi salón cuando de pronto choque de nuevo contra algo.
- ¡ah! - caí al piso.
- Lo siento, dejame ayudarte - dijo tendiéndome su mano.
- ¡Puedo sola! - dije golpeando su mano y levantándome.
- Espera - me cogió del brazo - yo te he visto antes - dijo apuntándome.
Yo solo me quede fría y me iba llenando de furia, acaso se estaba atreviendo a tocarme, seguía tan sumergida en mis pensamientos hasta que el me hizo reaccionar.
- Parece que estamos destinados a encontrarnos de esta manera - dijo con una rara sonrisa.