Sombras Eróticas. Capítulo IV.

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Sombras Eróticas
Capítulo 4

-Te haré mi puta -te dije mientras sonrió y me abalanzó hacia ti-.

Estoy en tus pies, la puta de mi lengua pasa por tus plantas, tobillos, entre tus dedos y sigue subiendo por tu pantorrilla, por tus piernas. Una vez más mi lengua llega a tu entre pierna.
Una vez más me detengo a apreciar tu intimidad a deleitarme con el aroma que se desprende de tu vagina de tus fluidos. Puedo percibir ese olor magnífico que me causa placer.

Cierro los ojos y disfruto de tu escencia.
Mientras me acerco a tu entre pierna mantengo los ojos abiertos para deleitarme con esa vista única. Siente mi respirar sobre tu piel. -tu piel se eriza y muerdes tus labios-. Tus manos continúan masajeando tus senos.
Mi lengua comienza a estimular tu clítoris, dos de mis dedos lo liberan de su envoltura quedando la piel más tierna de ti. Siente mi lengua cuál víbora enojada ataca tu botón, siento los suaves y delicados movimientos, siente mi respirar sobre tu intimidad.
Tus fluidos corren y destilan un aroma exquisito.

Mi lengua abandona tu clítoris y comienza un recorrido sobre tus labios vaginales acompañado de mi respirar. Sigo la ruta de tus fluidos que se pierden en la endidura de tus nalgas.
Mi lengua pasa por subre tu vagina, siente la puntita recorrer tu textura.

-Quiero besar tu espalda -te digo mientras te acomodo para que quedes boca abajo-.

Comienzo a besar tu cuello en las partes que más te causan excitación, mis labios comienzan hacer un recorrido por tu espalda, centímetro a centímetro hasta llegar a tus nalgas. Con ambas manos abro tus pompas para darle paso a mi lengua. Siente la punta de mi lengua iniciar en la indidura donde tu espalda termina, siente su recorrido hasta llegar a lo más íntimo de tí. Siente como mi respirar choca contra tus gajos. Mi lengua está en la entrada de tu ano, siente los movimientos que hace, como se empuja para entrar lo más que se pueda. Puedo sentir el empujar de tu cadera, como tus nalgas están ahogando mi rostro..

Alzó tu cadera poniéndote de perrita, es magnífico ver el corazón que firman tus nalgas. Tu piel se eriza y luce brillante por el sudor. Estoy detrás de ti.

Con una de mis manos agarro mi miembro y dirijo a la entrada de tu vagina. Siente la cabecita entre tus jugosos labios.

Comienzo a entrar despacito, suave. Siente como va entrando mi miembro en ti. Puedo sentir tus paredes vaginales devorarme, apretar mi miembro. Siente como en cada movimiento entra más y más.

-aahh -un gemido escapa de ti-.

Mis movimientos de cadera continúan suave.

-Ya, ya Papi, ya dámela toda, metemela todas. -me decías con voz agitada-.

Iba la mitad de mi miembro dentro de tu vagina, hago una pausa y de un empujón lo meto todo.

-aaaaah, qué rico Papi. -me decías mientras abrías con una de tus manos tus nalgas para que yo entrará bien-.

Comencé a llevar un ritmo, mis movimientos eran más y más rápido.
Llene de mi saliva el dedo pulgar de mi mano derecha, lubrique tu ano e introduje el dedo, te hice la "cuarta maldita" (inventó mío).

Mientras entraba y salía mi dedo pulgar estaba dentro de tu ano, simulando una doble penetración.

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Continuará

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