Capítulo 2

86 17 7
                                    

Esa noche.

Las nubes se veían esponjosas, blancas y suaves. Yo veía por la ventanilla del avión sintiendo una pequeña emoción rara en mi interior, sonreí como idiota. ¡Dios! Mi libertad estaba aquí, ya, ahora. Sencillamente no puedo creerlo, no es más que una gran satisfacción, aunque al mismo tiempo es una oportunidad para empezar de cero, buscar la manera de cambiar una parte de mí que habita en lo oscuro de mí ser. ¡Oh dios!

La alarma de cinturones se encendió. Boston estaba cerca.

Regresé mí vista a la ventanilla, la ciudad se asomaba con ímpetu, nosotros solo somos pequeñas figuritas en un mundo lleno de luces y oportunidades. Donde encajar es la gran y dificil tarea. Ahora, yo una entre las miles con una vida que acomodar sin ideas de cómo empezar.

Quiero ver a mi hija pero no puedo, ¿Cómo puedo decirle que soy madre? ¿Cómo acomodo todo? Me embriago de una sensación de miedo por no tener el valor de ir y decir la verdad. Quizás por eso me rodean las mentiras, porque ni yo misma puedo con mi realidad.

El avión aterrizó en el aeropuerto internacional de Boston, mi estómago se apretó. ¿Por dónde empiezo? Bajándome de aquí idiota. Reí internamente.



Caminaba y veía hacia todos los lados observando cada detalle. Esta ciudad había cambiado, este sitio también y yo me sentía del pasado, sin saber nada. Caminé hacia las escaleras mecánicas y bajé mirando como mi madre me esperaba con una gran sonrisa en su rostro, yo le correspondí. No podía creerlo, que estaba aquí y que yo estaba aquí.

Me acerqué con cautela a mi madre, estaba emocionada pero al mismo tiempo nerviosa de una manera inexplicable. Ella con una lagrima cayendo por su mejilla, abrió sus brazos en señal de que la abrazara finalmente. Eso hice. Y con mis ojos aguados suspiré aspirando su olor, madre, por fin puedo estar contigo.

- Estas muy cambiada Eli.

- Lo sé.- Sonreí limpiando su mejilla. – Mamá te extrañé demasiado.

Ella acomodó mi flequillo.

- Ya estás aquí hija.

Deslizó su brazo por mi hombro y caminamos juntas hacía la salida, le pregunté por mis tías y sus largas charlas sobre recetas, todas estaban unos años más viejas y una de ellas, mi favorita, la más alcahueta de todas falleció hace dos años de un infarto. Bajé mi mirada y con mi corazón arrugadito solo detallé como mi mayor miedo se apoderaba de mí. Los años seguían pasando y yo con ellos, perdí seis esperando que algo sucediera y lo única que pasaba era mi tiempo en esta vida.



Nos montamos en su auto, una camioneta jeep. Yo no traía pertenencias, solo me acompañaba mi bolso negro pequeño con algunas decoraciones doradas, era hermoso, un buen regalo de mi amigo y abogado Peps cuando salí de la cárcel.

Camino a casa le conté sobre Florencia, mi buena amiga que hice en la cárcel. En ese momento la recordé e imaginé que para ella los días a partir de ahora no serían lo que para mí. ¡Oh rayos! Como quisiera poder ayudarla y sacarla yo misma de allí. Un infierno que te atormenta, te penetra como una ráfaga de oscuridad.

- Todo está muy cambiado.

- Si, Boston ya no es lo mismo desde cuando te fuiste.- Comentó, yo miraba fijamente sintiendo el aire de mi ciudad. – Recuerdo que te fuiste cuando paso todo, esa noche...

Si Te Perdiera Esta Noche ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora