5. Alessa

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Le dije que no viniera- alce una ceja -Sabia que tú vendrías por mi hoy- sonrió.

—Y bien, ¿Qué quieres hacer hoy? -mi voz sonó con mucha curiosidad.

—Quiero que me cuentes una historia.

—Yo no soy buena inventando historias -le dije mirando un árbol.

—No será una historia inventada.

—¿Entonces?

—Quiero que me cuentes de tu pasado -dijo en un tono muy serio.

—¿Para qué? -me aparte de ella.

—Porque sé que tienes un lazo conmigo -lo que dijo me dejó totalmente fría —He tenido varios sueños. Quiero saber si lo que soñé alguna vez pasó -soltó un suspiro, tomó aliento y —No quiero que me mientas -tengo la sospecha de que esto es malo. Muy malo.

—Pregunta y yo te responderé.

—No quiero ningún juego -joder, esta niña me conoce muy bien.

—Quieres respuestas sinceras y directas, está bien, pero yo preguntaré después -ella solo asintió.

—¿Qué eres? -eso si es para ponerse a pensar.

—Mmm... No soy ni un ángel ni un demonio, soy tan solo un alma poderosa; buscando enmendar un error de hace milenios para no corromperse y terminar convirtiéndose en un demonio.

—¿Realmente eres una Reina?

—En vida permanecí siendo una princesa, en muerte los demonios me coronaron.

—¿Cómo fue tu muerte? -eso es difícil de recordar.

—No lo recuerdo -bufé, su carita era insistente. —Solo recuerdo que hice una masacre con la espada de mi príncipe, después un demonio me ofreció la suya de rodillas, luego de que la acepté todos los demás demonios se arrodillaron y uno me dio una corona de fuego. Cuando la coloqué en mi cabeza, creo que fue ahí, más fue como un suicidio.

—Bien -bufó-. ¿Yo quién soy? -lo veía venir.

—Tú... Eres Alessa -solté una risa burlona.

—Y, ¿exactamente quién soy?, ¿qué tienes que ver conmigo? -niña lista.

—¿Quién eres?, ahora... la reencarnación de un alma a la que busqué por mucho tiempo, ¿Qué tienes que ver conmigo?, muchas cosas, demasiadas para contarlas todas.

—¿Una reencarnación?

—Si.

—¿Quién era?

—Elizabeth Alessandra Bayer Flament, eras... eres... mi mejor amiga.

—Quiero la historia.

—Así que de eso se trataba, ¿eh?

—¡Sip!

-Bien... empecemos... Cuando yo tenía 15 años me llevaron a conocer todo el reino, todo mi reino, sin lugares secretos ni rincones escondidos.
En ese viaje te conocí, teníamos la misma edad y ambas nos llamábamos Elizabeth; así que optamos por llamarnos por nuestros segundos nombres, Danielle "Danny" y Alessandra "Alessa"... En poco tiempo te convertiste en mi mejor amiga, llegaste a tener entrada libre al castillo.
Fueron años y años de una muy fuerte amistad; éramos las únicas dos Elizabeth en todo el reino...

Cuando ambas cumplimos 24 años, antes de la presentación de mi prometido, tú llegaste mucho antes y me dijiste algo muy alarmada... "Escuche a tu hermana hablando con un tipo, no pude verlo, pero estaban hablando acerca de matarte en la ceremonia... Por favor, cancela todo"... exactamente con esas palabras, lo recuerdo perfectamente porque no te hice caso.

Esa noche en la ceremonia, iba a presentarte con todos antes que a Ethan, pero no apareciste por ningún lado. Te busqué en todos lados, incluso llegue a pensar que te habías molestado conmigo por no hacerte caso.

Al inicio de la ceremonia, todo estuvo en orden. Cuando levante la copa para brindar entró un caballero con arco y flecha en mano y... la soltó sin pensar. Iba para mí, en ese momento me arrepentí por no haberte creído... Ethan se interpuso y, bueno, se desangró en mis manos mientras una multitud de caballeros del castillo iban persiguiendo a aquel hombre.

Minutos después me entere que Sophiya te había envenenado. Encontré tu cuerpo en mi habitación... Yo verdaderamente te creía muerta.

Enloquecí... Eh hice una masacre. Tú no estabas muerta, al final terminé matándote yo, como a todos.

Te convertiste en mi castigo mental... El remordimiento me ahogaba por completo y se me dio la oportunidad de enmendar mi error contigo.
Y aun así sigo siendo la reina del infierno...

—¡¿TU ME MATASTE?! -sus ojitos reflejaban temor.

—Si -asentí, quera arrodillarme frente a ella y soltarle más de mil peros y simplemente... no puedo. No puedo arrodillarme ante nadie, no puedo bajar la mirada si quiera, no puedo tener la cabeza agachada... Simplemente no puedo.

—¿Yo soy el error que debes enmendar? -no sé cómo sentirme.

—Solo debes perdonarme o no, yo no quería que tomaras esta decisión tan joven.

—¿Por eso nunca me dijiste nada?

—Sí, -pero al parecer alguien te metió ideas y sueños en la cabeza. —Pero alguien arruinó mis planes -solté un suspiro. —Bien... Me toca preguntar a mí -sus ojos reflejan mucho temor y... Me gusta...

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⏰ Última actualización: Jun 01, 2019 ⏰

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Elizabeth (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora