XXVII

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Los días pasaban y las dudas junto con las inseguridades crecían, sin embargo yo no decía nada, ni a ti ni a los demás, me guardaba los miedos tan solo para mí.
Había tenido una fiesta junto con mi mejor amiga y para no volver a casa tarde, me invitó a quedarme en la suya, lo cual acepté. Al llegar allí, me preguntó si estaba bien pues mi cara estaba fúnebre como si hubiese visto un fantasma, a lo que le contesté, "él no es para mí" y tal cual como yo no quería mis inseguridades salieron a flor de piel acompañadas de un mar de lágrimas.

Siempre JuntosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora