T U L E

39 7 4
                                    

El sol comenzaba a salir por el Este, alumbrando a todo y a todos, despojándose de su calor para compartirles a los seres del planeta tierra.

En un pequeño bosque de árboles muertos y de fruto, se hallaba naciendo un ser, distinto a los demás.

Un tallo de no más de medio metro era todo el cuerpo que poseía aquella nueva creación. No fue sino hasta cuatro noches y cuatro mañanas que el tallo comenzó a sentir una extraña vibra recorrer todo su ser. Él entonces no lo sabía, pero aquella vibra era la energía del sol penetrando en su cuerpo. Fue entonces que la pequeña criatura despertó.

En ese momento estaba sucediendo un bello amanecer, del cual el tallo fue testigo.

-Que hermoso es aquello...- Dijo con voz aguda mientras presenciaba al astro levantarse de las montañas.

El pequeño tallo se regocijaba con la luz del sol. Así duro todo el día, hasta que cayó la noche.

Fue en las tinieblas que un sonido se hizo escuchar. Más que temor, el tallo sintió curiosidad.

Cada vez el ruido se hacía más notable, era raspado y grabe. Fue ahí que una extraña figura, de brazos y piernas se hizo presente. Caminaba sobre sus cuatro extremidades, de pelo oscuro se escondía en la noche.

Un mono aullador.

El tallo se dio cuenta de la presencia de este ser. Quedo tan maravillado con su aspecto, que como un niño curioso le saludó.

-Hola- Le dijo el tallo al mono quien al instante se mostró sorprendido. -¿Quién eres?- Preguntó el tallo, pero no recibió respuesta alguna.

El mono divagaba curioso, observando detenidamente al ser de cuerpo delgado. Dio vueltas alrededor de él, buscando entender que era aquello que lo saludaba. Después de varias vueltas finalmente habló.

-¿Qué eres tú?- Preguntó el mono.

-No lo sé. ¿Qué eres tú?- Dijo el tallo.

-Soy un mono aullador.-

-Ah...- Exclamó el tallo, entendiendo que ese que le observaba era un mono aullador, pero sin saber lo que era un mono aullador.

-Eres débil- Le dijo el mono. –Los grandes podrían causarte dolor-

-¿Qué es dolor?- Preguntó ingenuamente el tallo.

-Es cuando le pasan cosas a tu cuerpo y no te gusta que te estén pasando- Respondía el mono.

-¡Oh! Entiendo.- Dijo el tallo, quien se sentía confundido.

El mono le siguió observando unos segundos más, analizando cada parte del cuerpo de su nuevo conocido, percatándose de que carecía de movilidad y extremidades.

-Debo cuidarte- Le dijo el mono. –Así me enseño mi creadora. Debo proteger a los que son más débiles que yo-

El ser sin manos ni piernas se sentía inseguro, no lograba entender lo que el mono le decía. Él no conocía muchas de las palabras que el animal pronunciaba.

T U L EDonde viven las historias. Descúbrelo ahora