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El sábado por la mañana vino Frank, el guardaespaldas, le di mis horarios y las direcciones de los lugares que más frecuentaba, -sentí que perdía mi privacidad pero sería por poco tiempo- mi padre nos compro un teléfono celular a Frank y a mi, el cual sólo era para comunicarnos entre nosotros y no debía apagarlo por ningún motivo. Me pareció un hombre agradable pero, de todas formas le pedí que me cuidara desde lo más lejos posible, me gustaba ser una chica común y con libertad, pero si andaba con un gigante pegado a mí, ser común no sería posible. A él no pareció molestarle que lo quisiera lejos de mí pero me advirtió que ante cualquier sospecha no dudaría en acercarse. Era su trabajo y yo lo entendí.

Por la tarde llame a Mel, mi ayudante en el trabajo que también es una de mis mejores amigas, y le conté todo lo que sucedía en mi vida, amenazas e Ian incluidos. Luego de dos horas hablando, colgué y me sentí un poco más relajada.

Recordé que había prometido a mi madre ir a casa pero no me sentía con ánimos, solo quería estar sola, en paz, así que le envíe un texto, tampoco quería hablar.

Lo siento, tengo trabajo que hacer, un día de estos me paso por allá a comer, envía saludos a todos, los quiero. Un beso, S.

No espere una respuesta. Simplemente apague el teléfono luego de eso.

El resto del fin de semana lo pase encerrada en mi apartamento, tenía mucho trabajo acumulado así que decidí no salir y ponerme al día.

Por las noches solo una persona ocupo mi mente. Por el día tuve que hacer grandes esfuerzos para alejarlo de mis pensamientos.

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Entro al walk-in closet aún con una toalla alrededor de mi cuerpo. Los días lunes Sam no va a trabajar y en la oficina todos aprovechamos para asistir más informales.

Luego de analizar me decido por unos pantalones pitillo de estampado militar, un top básico de algodón en color blanco, los días están helados así que para abrigarme elijo una chaqueta de vestir en color negro; para los pies uno zapatos cerrados de tacón tipo block, también en color negro.

Una vez elegida la ropa la pongo toda en un sillón individual que esta al lado del espejo de cuerpo entero y entro de nuevo al baño. Me seco mi largo, ondulado y castaño cabello y aplico una crepa anti-frizz con olor a vainilla.

Voy al tocador y me maquillo. Nada muy especial, rímel en las pestañas, corrector, polvos para resaltar los pómulos, labial rojo. También me pongo unas gotas de mi perfume con olor a vainilla, mi favorito.

Vuelvo al walk-in closet y me visto, me miro en el espejo y me gusta lo que veo por lo que no hago cambios en mi vestimenta. Abro las puertas del armario donde guardo mis carteras y comienzo a mirar para decidir cual ocupare hoy, decido que usare una que le de mas color a mi look; saco una "Birkin" roja de Hermes y guardo en ella todo lo necesario.

Una vez lista tomo las llaves y salgo de mi apartamento, llamo al ascensor y espero que baje.

Reviso mi iPhone mientras espero e, inconsciente, comienzo a cantar "Help".

Llega el ascensor, anunciadose con el típico ruido de campanita, entro con la vista fija en el iPhone.

Conozco el panel de memoria así que presiono, sin mirar, el botón que lleva a los estacionamientos subterráneos.

-Nunca habría pensado que te gustaba "The Beatles".

Esa voz... Levanto la vista y me encuentro con esos ojos. Los mismos con los que soñé todo el fin de semana.

Dejo de cantar y sigo mirando mi iPhone. Aunque ahora sin concentrarme y con el corazón amenazando con salirse de mi pecho.

-¿Sin ganas de hablar Savannah?- dice, y puedo notar diversión en su voz.

Apasionadas mentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora