Memorias de un chico al que siempre amare.

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No voy comenzar esto diciendo "Recuerdo la primera vez que le vi", porque la verdad es que no tengo una idea exacta de que día fue y mucho menos que pensé al verlo, o como reaccione delante de su persona

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No voy comenzar esto diciendo "Recuerdo la primera vez que le vi", porque la verdad es que no tengo una idea exacta de que día fue y mucho menos que pensé al verlo, o como reaccione delante de su persona. Otra mentira seria decir que desde ese momento supe que sería tan importante para mí, porque la verdad es que el pequeño galán de mi clase era una persona insoportable

Los años pasaron y ese chico que vive a cuatro casas de mi casa, con el cual compartía diariamente en clases y con quien fui (y sigo siendo) emparejada un millón de veces (porque mejores amigos que no han sido shippeados no son mejores amigos); sin buscarlo se convirtió mi persona favorita.

La verdad sobre nuestra amistad es que esta no ha sido para nada un viaje color de rosas. Desde el inicio y en todo el proceso hemos tenido momentos malos y peores que han hecho que en varias ocasiones nuestra amistad se haya visto en riesgo de terminar, sin embargo, los buenos momentos también han estado presentes en estos ocho años a su lado.

Han sido mil y una las lágrimas que he derramado delante de Dios pidiéndole que tome control de nuestro camino, y aún cuando en incontables ocasiones nuestros pasos han ido en direcciones diferentes; Dios mismo se ha encargado de volver a unirnos.

Él es níveo, yo soy morena. Él es deportista, yo soy estudiosa. Él es frío, yo soy calor. Él es ciencia, yo soy arte, Él es luna, yo soy sol. Él es alto, yo soy baja. Él es rock, yo soy country. Él es películas, yo soy libros. Él es la escala de grises, yo soy la solid coated de pantone. Pero a pesar de ser diferentes en numerosas formas y de chocar constantemente en nuestras opiniones, contra todo pronóstico seguimos unidos.

He aprendido a amar esas pequeñas cosas de él que la mayoría no conoce, como ese habito suyo de abrir las puertas para que la gente pase antes que él, de su sonrisa al hablar de lo que ama, de las pequeñas muestras de ayuda que regala a las personas que lo rodean siempre que tiene la oportunidad de hacerlo, de la miel de sus ojos siendo enfocada por el sol a la hora del amanecer, de su empeño en proteger a aquellos que ama, de su amor ilimitado por el cambur y su preferencia por el café caliente (casi hirviendo), de su capacidad de sacarme una sonrisa cuando estoy mal y de juntar todas las piezas rotas dentro de mí a través de un abrazo cuando estoy hecha añicos.

He imaginado mi vida sin este chico visitándome en las tardes, recitándome sus chistes malos, cantándome canciones con su guitarra, haciendo bailes extraños en medio de la calle para dejarme en pena, contándome sobre sus partidos de baloncesto, cocinándome platillos deliciosos, dándome ideas incoherentes para mis historias y siendo inconscientemente inspiración para la mayoría de ellas, cuidándome y avergonzándome como un hermano, y al tiro siento las lágrimas aglomerarse en mis ojos amenazándome con salir.

Amo estar a su lado aun cuando no le queda nada que ofrecerme salvo su compañía, porque esta es mucho más valiosa que cualquier otra cosa sin él a mi lado.

Y si, le quiero como solo Dios sabe que lo hago, y a un nivel que ni siquiera yo puedo terminar de comprender. Le quiero al punto de vivir con miedo a que sea lastimado, pidiéndole constantemente a Dios que cuide cada uno de sus pasos y sus decisiones. Le quiero al punto de desear con todas mis fuerzas un gran futuro para él, al punto de querer aplaudirle cada una de sus victorias y estar a su lado en cada una de sus derrotas, al punto de querer estar a su lado al verle esperando a su novia en el altar. Le quiero al punto de esperar que mis hijos le digan tío y/o padrino, al punto de tener miedo de perderle.

Le quiero al punto de no cansarme de escucharlo hablar de lo que ama, al punto de creer en cada uno de sus sueños y de esforzarme en apoyarlo en cada una de sus metas. Al punto de desear abrazarlo cada vez que se sienta mal y de regañarle cuando este caminando por el camino equivocado. Al punto de querer escuchar cada uno de sus chistes por muy malos que sean y de oírle cantando cada canción que le guste.

He llegado a quererle de una forma en la cual jamás he querido a nadie más. Él es parte fundamental de lo que soy. Se ha ganado una gran parte de mi corazón y se ha convertido más que en mi mejor amigo, en mi hermano para toda la vida.

Y si me preguntas, la respuesta es no. No tengo la menor idea del cómo ni el cuándo Alejandro se convirtió en alguien tan importante para mí, pero ahora solo sé que no puedo imaginar un futuro donde él no esté a mi lado.

Como una vez le dije, aun después de tanto tiempo no he logrado descifrar cómo a pesar de ser tan enteramente diferentes siempre terminamos siendo similares a dos cuerdas distintas de guitarra sonando como una misma nota

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Como una vez le dije, aun después de tanto tiempo no he logrado descifrar cómo a pesar de ser tan enteramente diferentes siempre terminamos siendo similares a dos cuerdas distintas de guitarra sonando como una misma nota. Sin embargo, si algo he aprendido a su lado, es que sin importar en qué lugar estemos o como nos sintamos; siempre seremos parte de la misma canción.

Siempre habrá una parte de él en mí, y yo le seguiré amando sin importar el tiempo, la distancia o los intentos del mundo de impedirlo.

Crónicas de una chica rizada, Capítulo II, Parte I "Mejores amigos."  

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