Capítulo 7

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«Fondos»

La oficina de John Croom estaba llena de cajas y bolsas ordenadas sobre el piso alfombrado, era una sala pequeña y fría, cómoda mas no lujosa, pues su posición en el museo, si bien alta, no estaba dentro de la directiva del mismo. No, John Croom era el encargado de la colección de fósiles de dinosaurios del Museo de Historia Natural de en South Kensington, en Inglaterra, mas eso estaba por acabar.

Las recientes acciones del doctor Croom le habían dado dentro del museo una posición privilegiada, puesto que el donativo anónimo que habían conseguido a partir de ceder algunos de los restos que mantenían en las bodegas del laboratorio —lo cual, por supuesto, a efectos de la ley no tenía relación alguna—, había permitido a la dirección del museo renovar algunas muestras deterioradas, sin contar que les financió nuevas excavaciones que desde ya habían tenido éxito, con el descubrimiento de posibles nuevos ejemplares para exhibir. Claro está, las donaciones eran tan elevadas, que gran parte del dinero se invirtió también en reparaciones y ampliaciones del edificio ubicado en la Exhibition Road, lo que, como era de esperar, dejo a Croom bien parado frente al director del museo.

Sí, la situación económica en la Unión Europea no era para nada estable, había tensiones en zonas del Reino Unido y el noreste de España, e incluso se teorizaba una posible salida de algunos estados de la comunidad. Si bien la crisis del euro parecía estar llegando a su fin, todo el país, y el continente completo, mantenían el dinero guardado. Los donativos escaseaban y los inversionistas parecían desaparecer conforme avanzaban los meses, por eso, el trato que consiguió Croom con William Hofford le había ganado un ascenso como asesor científico en jefe del museo, puesto que ostentaría de ahí en adelante como mano derecha del director.


Mientras hostigaba al personal para mover sus cosas a su nueva oficina, tomaba entre sus manos una taza de té negro humeante, y se movía a lo largo de la sala, entorpeciendo las labores de sus empleados. Croom disfrutaba abusar del poder que ahora tenía, humillando a quienes hasta hace unos días, saludaba con amabilidad cada mañana al llegar, y cada tarde al retirarse a su hogar.

Fue al salir de su antigua oficina de encargado de la colección que consiguió ver a uno de los guardias acercarse a él con un rostro amigable y alegre, sin sospechar la fría y humillante reacción que el calvo y desagradable hombre le entregaría. El guardia estiró su mano para estrechársela como de costumbre, pero este no le contestó más que con una mirada de desprecio que le apenó y decepciono bastante.

—Señor, alguien está pidiendo hablar con usted —avisó aún impactado y entristecido.

—Pues dirígelo a secretaría —contestó de mala forma Croom.

—Lo siento señor, pero esto no es posible —le contestó con firmeza, haciendo notar parcialmente su enojo por la actitud cruel y discriminadora del asesor en jefe.

—Hazlo o te despido.

—No entiende señor, parece ser un policía —aclaró el hombre, disfrutando la expresión de preocupación y miedo que soltó Croom ante tal revelación. Tuvo que contener su sonrisa hasta que el anterior encargado de la colección se dirigiera al primer piso.

Croom notó rápidamente la presencia de un misterioso hombre vestido con una gabardina gris aterciopelada y lentes de aviador oscuros, parado en medio del salón principal, observándole bajar aquellas enormes escaleras de mármol temblorosamente. Pudo notar detrás de su oreja un cable transparente en forma de resorte que bajaba por detrás de su cuello y se perdía por dentro de su abrigo, probablemente un comunicador con el que estaba recibiendo órdenes, o quizá, le servía para transmitir todo lo que buscaba hablar con él.

Prehistoric Kingdom (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora