Láɢʀɪᴍᴀs ᴅᴇ ᴄʀɪsᴛᴀʟ

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               [4 ' ᴄʟᴏᴄᴋ]

                [4 ᴏ' ᴄʟᴏᴄᴋ]

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–Quiero comprar una estrella cuando sea grande–su voz dulce se impregnó en mi mente, haciendo eco

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–Quiero comprar una estrella cuando sea grande–su voz dulce se impregnó en mi mente, haciendo eco.

–¿Una estrella?–pregunté incrédulo.

–Si, bueno, mi familia siempre me decía que sería una ridiculez, pero de verdad quiero bautizar una–me dijo mientras daba saltitos en la cama, con una sonrisa de oreja a oreja y sus ojos brillando en demasía.

–¿Qué nombre le pondrías?

–Le pondría tu nombre–dejo de saltar sobre el colchón para darme un beso en el cachete.

–¿Por qué mi nombre?–el sonrojo en mis mejillas era muy notorio aunque no pudiera verme.

–Porque sería juntar dos cosas que amo–se sentó en mi regazo y con su nariz acaricio la mía.

Desperté con lágrimas en los ojos, mi respiración era irregular mientras me sentaba en la cama para intentar calmarme.

Inhala, exhala, siempre era lo mismo.

Los recuerdos me invadían en mis sueños, parecían tan reales, por lo que cada noche, cuando despertaba, quería sentir que todo había sido una pesadilla, que en realidad esto nunca pasó, solo quería despertar y ver que él estaba a lado mío, durmiendo, con sus ronquidos suaves y baba cayendo por la comisura de su boca, pero sólo era eso, una esperanza.

Nuestra habitación sigue intacta, el techo sigue con la misma pintura que él hizo, una aurora boreal, los globos terráqueos siguen en el tocador, las pinturas de Van Gogh siguen en la pared y tu walkman está guardado, junto a aquellos casetes que solías escuchar, y tu sillón viejo sigue en el rincón de la habitación.

Desde que te fuiste, he dormido con la ventana abierta y las cortinas de mismo modo, como solías hacerlo cuando estabas aquí, junto a mí, he estado despertando de manera inconsciente a las cuatro en punto de la madrugada, con la esperanza de volver a verte.

Con pasos perezosos, voy directo hacia el balcón, tu lugar favorito. Siento el frío colarse en mi piel, pero con el tiempo, ya no he sentido frío, no he sentido nada desde tu partida.


–¿Qué haces?–le pregunté mientras le abrazaba por la cintura, de modo que mi pecho quedo pegado a su espalda.

–Estoy viendo lo linda que es la Luna–me respondió, no podía verlo, pero sabía que sus ojos brillaban cual estrella.

–Tú eres más bello, cariño–le susurré mientras su aroma inundaba cada rincón, sofocándome.

–No lo soy, cielo, las estrellas son tan hermosas hoy–colocó sus manos sobre las mías y entrelazó nuestros falanges.

–Te amo tanto Tae–le di un beso en su mejilla la cual estaba sonrojada, me gustaba ser la causa de sus sonrojos.

–Yo te amo también, Jungkookie–me contestó para darse la vuelta y envolver sus dulces labios entre los míos.

Nunca se lo he dicho, pero me encanta la manera que tiene de besar, tan dulce y relajante, sin dobles intenciones, de manera inocente y pura.

Cuando estoy cerca de él, mi pecho se llena de felicidad, pero a esta hora, a las cuatro en punto, mientras nos besamos bajo la luz de la Luna, mis ojos empiezan a escocer, y mis mejillas se empapan de lágrimas, porque siento miedo a perderlo, y no sé porque.

Él besa mis lágrimas, mientras me abraza en sus delicados brazos, mientras susurra dulces palabras de amor.

–Lágrimas de cristal, tus lágrimas son de cristal, debido a que eres una persona transparente.

𝙇𝙖́𝙜𝙧𝙞𝙢𝙖𝙨 𝙙𝙚 𝙘𝙧𝙞𝙨𝙩𝙖𝙡 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora