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No sabía lo que era tener mala suerte hasta ahora. Hace algunos meses compré el vestido más ajustado, favorecedor y costoso que alguna vez pudiera soñar. Color negro y corto con un ligero escote en la espalda. Pensaba usarlo para mi funeral, lo usual, pero como al parecer seguía viva, pensé que sería buena idea usarlo para darle celos a mi ex novio.

—¡Mierda!  —grité, saltando en mi lugar mientras intentaba que mi cuerpo encajara en el vestido.

Había comprado la prenda en el peor momento de mi enfermedad, estaba huesuda y pálida, desde entonces había mejorado mucho por lo que el vestido me quedaba más pequeño.

—¿Quieres que te unte mantequilla? —preguntó Niall, su boca llena de las papas que había comprado en un puesto cercano antes de pasarse por mi casa.

—No te hagas el gracioso, gasté una fortuna por éste vestido y ni siquiera puedo usarlo.

—Siempre me he preguntado por qué las mujeres gastan tanto dinero en ropa.

—Siempre me he preguntado por qué gastas tanto dinero en pizza —dije, deshaciéndome del vestido rendida, y cayendo sobre mi cama aún en ropa interior.

—Al menos yo me como la pizza, tú ni siquiera pudiste usar tu vestido.

—Era para mí funeral genio, tenía que ser la mejor vestida.

—Sería deprimente si la muerta no fuera la mejor vestida, te concedo eso —Niall suspiró con añoranza—. Como desearía tener una pizza ahora.

La puerta se abrió de repente, dejando ver a mi madre con una caja de pizza entre sus brazos.

—Pensé que tal vez tendrían hambre, así que ordené pizza.

—¡Oh Dios sí! —exclamó Niall, poniéndose de pie y arrebatándole a mi madre la caja de pizza, no sin antes depositar un sonoro beso en su mejilla.

—No gritas así de fuerte ni cuando tienes sexo —bromeé, aún recostada sobre mi cama.

—Ponte algo de ropa, Niall está aquí—dijo mi madre, regañándome.

—Mamá, Niall es homosexual.

—No es cierto —replicó el rubio, con la boca llena de pizza.

—Mamá, Niall es pizzasexual —corregí—. No tiene ojos para nadie más que su pizza.

—Eso si es cierto.

El muchacho comenzó a atrincherarse de comida mientras que yo le repetía que tendríamos la cena en un rato. Al parecer a Niall no le interesó, pues continuó llenando su estómago de comida chatarra.

En cuanto mi madre se fue de la habitación, advirtiéndome que me pusiera algo o espantaría a Niall, me levanté dispuesta a buscar otra cosa que usar en mi armario hasta que por fin di con dos prendas presentables.

—¿Crees que debería usar una falda o un vestido? —pregunté, sosteniendo frente al espejo una falda con vuelo hecha de cuero, mientras que en la otra llevaba un viejo vestido que me regalaron cuando cumplí los quince años.

—¿Desde cuándo usas faldas y vestidos? —preguntó Niall, acostado sobre mi cama y apoyando su peso sobre su codo.

—¡Soy una chica! —exclamé, girándome sobre mis talones— puedo usar vestidos si quiero.

—El problema es que tú nunca usas vestidos, recuerdo haberte visto más veces usando un overol que una falta.

—Son más cómodos —murmuro, regresando al intento de resolver mi dilema.

Killing me softly; hsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora