Te perdí (Classicfell)

•CAPITULO 9•

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OTROS VIEJOS RECUERDOS
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Camino por las calles con una gran y fingida sonrisa, para hacer que la gente de todo este pueblo no se preocupe por mi. Todos aquí me conocen por ser buen trabajador de mesero en un bar respetable con mi amigo Grillby's.

El siempre a sido alguien pacífico y nunca a sido de los que son agresivos. También me a apollado en algunas cosas al igual que Fell, a sido un amigo cercano.

Digo esto por qué estoy pasando por delante de esa taberna, hoy yace clausurada por un pequeño problema con la mafia. Miró los tamblones en las ventanas y marcas de balas en las paredes. Murieron demasiada gente ese día incluyendo el propietario en un acto de hacer escapar la clientera.

Llore en su funeral, después de el amigo murieron uno por uno por los accidentes o por meterse con gente muy muy mala. Me empecé a culpar a mi mismo por ser una maldición que afecta a la gente a mi alrededor, así que me empecé a alejar de todos para que sigan sus vidas.

Y así reduciendo los amigos que me costaron tener y conseguir.

Entro por el minisuper en donde compro huevo, harina, antequilla, leche y azúcar. También compro chocolate, la adicción que me está costando combatir, más con el amargo que me mancha la boca con su delicioso sabor que es fuerte.

Regreso a casa con bolsas de super, está comenzando a nevar, me acomodo la capucha y prosigo a ir a casa.

Suspiro viendo mi aliento en mi frente mío, cuando lo veo recuerdo aquella vez en donde me confesaste tu amor por mi. Donde me tenías a tu disposición y yo me veía como un niño pequeño.

- Vamos, esto te va a gustar como a ti~ -recuerdo que me lo dijiste con tu mejor sonrisa pícara.

- N-no se, m-me va a do-doler, eh vi-visto videos y-y... -te decía tembloroso y nervioso por qué sería mi primera vez en este tipo de cosas. Más que nada, me interrumpiste.

- Oh vamos~, no me dejes con las ganas esta noche, además, no hay temor de que haiga nadie alrededor o alguien para interrumpirnos, le pague a tu compañero de cuarto para que nos dejará el cuarto para los dos, se cuánto amas de que nadie nos interrumpa -te acercabas más a mi con esa sonrisa pervertida tuya que me ponía nervioso.

- P-pero y-y...

Me interrumpiste nuevamente, pero no con palabras lindas, si no con un gran y cálido beso frances.

Ya me podía morir en ese momento por que yo ya estaba en las nubes, podía sentir la calidez de ese beso aumentar a cada vez más, tus suaves manos acariciando mi cadera y ese aroma de tu perfume de caramelo que me ponía loco oliendo tu espalda cada vez que podía. Cada embestida qué me dabas resaltaban mis lágrimas en mis ojos y mi lengua salir de mi boca.

Pero pensando en todo esto, no me doy cuenta que chocó con la puerta de mi casa. Si que no presté atención a nada cuando venía para acá.

Soy todo un idiota cada ves que recuerdo aquellos recuerdos que se encuentran en lo profundo de mi corazón.