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Sarah's Pov

Tiré mi bicicleta en algún lugar del garage, para luego dirigirme hacia la puerta de entrada y abrirla.

—¡Ya llegué! —grité para llamar la atención de mamá

—¡Está bien! —exclamó desde su habitación— ¡Ve a bañarte, y luego vístete! ¡No quieres decepcionar a tu novio!

—¡Cállate!

Inmediatamente subí las escaleras, ignorando sus risas y burlas.
Tomé la ropa que me pondría hoy, para luego dirigirme hacia el baño.

Luego de unos minutos, había terminado de arreglarme y ya me encontraba escuchando música en mi habitación.

—Ay, que linda —sonrió mamá desde el marco de la puerta—. No tanto como yo, pero se nota que te cedí algo de belleza.

—Gracias, mamá. Un halago realmente encantador —sonreí cínicamente.

Ella rió, disfrutando burlarse de mí, cómo siempre. Después, me indicó que nos iríamos y eso estábamos haciendo.

—¿Puedo tocar yo?

—¿Que? —me miró con una sonrisa— ¿Quieres calificar el sonido del timbre de tus suegros?

Rodeé los ojos, riendo con ella, para luego tocar el timbre.
Luego de unos segundos, una mujer castaña —seguramente la madre de Bill— abrió la puerta, dándonos una sonrisa acogedora.

—Buenas noches, Sharon —devolvió el gesto mamá—. Ella es mi hija, Sarah.

—Hola, señora Denbrough —musité con timidez.

—Linda, puedes llamarme Sharon —. Un gusto tenerlas aquí.

La mujer nos invitó a pasar, cruzándonos con el padre del castaño. Luego, Sharon —con una mueca de disgusto que no pasó desapercibida por mi— me dijo que podría ir a ver a Bill, y así fué.

—Toc, toc.

—¿Q-quién es?

—El amor de tu vida, tartaja.

«Si serás imbécil» insulté mentalmente.

—Hey, a-amor de m-mi vi-d-da —bromeó abriendo la puerta, para luego mirarme de arriba a abajo—. L-luces b-b-bien.

Y así sentí como menstrué por la cara.

—Como siempre, querido Bill —disimulé mi sonrojo—. Tú no te quedas atrás, tartaja.

Luego de bromear un rato, terminamos hablando de temas triviales.

—¿I-iras mañana a la ca-cantera?

—Eso creo —me encogí de hombros.

—¿Vamos juntos?

—Claro —lo miré sonriente.

Posteriormente, escuchamos como nos llamaban para comer.
La cena se pasó entre risas, preguntas sobre nuestro antiguo hogar y más, haciendo que no nos demos cuenta como el tiempo se había pasado tan rápido.

—Gracias por la cena, fue maravillosa —sonrió mamá con agradecimiento.

—Gracias a ustedes por venir —repitió el gesto Sharon—, que tengan linda noche.

—Igualmente.

Estaba tan cansada, que no me habría dado cuenta que terminé dormida en el piso de la sala si no fueran por los gritos de mi madre.

una nueva loser ; bill denbrough Donde viven las historias. Descúbrelo ahora